
En la actualidad existen hasta 6.156 presentaciones de medicamentos que pueden generar interacciones que influyen sobre la capacidad de conducción. Las terapias de mayor consumo que generan un alto efecto sobre las habilidades del conductor son el metamizol (Nolotil), bromazepam (Lexatil), doxilamina (Dormidina) y paroxetina (Seroxat). El número de fármacos que afectan a la conducción es alto, pero solamente un tercio de esos medicamentos incluyen un pictograma que alerta sobre su posible interacción con la conducción, según informa la base de datos de medicamentos del Consejo General de Colegios Farmacéuticos.
Los analgésicos, los ansiolíticos y los antihistamínicos son los grupos que causan mayor efecto sobre la conducción. El metamizol es un analgésico que se utiliza para tratar el dolor agudo postoperatorio o postraumático, de tipo cólico o de origen tumoral. También se utiliza en los casos de fiebre alta.
El bromazepam pertenece al grupo de fármacos llamados benzodiazepinas. Es un medicamento que, administrado a dosis bajas, alivia la tensión psíquica, la ansiedad y el nerviosismo. A dosis más altas presenta un efecto sedante y relajante muscular. La doxilamina es un antihistamínico que tiene propiedades sedantes. En cuanto a la paroxetina, se trata de una medicación utilizada en personas que padecen depresión y trastornos de ansiedad.
Los farmacéuticos vuelven a puntualizar en la importancia de la información y la toma de precauciones para minimizar los riesgos al volante. Estas tareas de prevención deben acentuarse más aún en estas fechas donde, con motivo de la operación salida por las vacaciones de Semana Santa, se esperan millones de desplazamientos en coche. En España, los accidentes de tráfico constituyen la quinta causa de muerte más frecuente y en torno a un 5% de los accidentes en carretera guardan una relación estrecha con los medicamentos, según datos de la DGT.
Diversos estudios confirman que en España el 17% de los conductores declara estar en tratamiento farmacológico, pero tres de cada cuatro reconocen no tener información sobre el efecto de su medicación. A esto se suma, además, que muchos conductores utilizan medicamentos que no precisan receta y desconocen y minusvaloran los efectos que también pueden presentar.
Los fármacos causan múltiples efectos sobre la conducción. Entre los más comunes se encuentran la somnolencia o efecto sedante. Otras consecuencias son la reducción de los reflejos y aumento del tiempo de reacción, la variación en la percepción de las distancias, alteraciones oftalmológicas o de la audición, así como la aparición de estados de confusión y aturdimiento. A pesar de ello, en muchas ocasiones los medicamentos permiten controlar la patología y mejorar la capacidad de conducción, por lo que los efectos no siempre serán negativos.
Para controlar estas posibles secuelas los farmacéuticos recomiendan evitar conducir al iniciar un tratamiento que potencialmente pueda disminuir reflejos o capacidad visual, tener especial precaución con la administración conjunta de varios medicamentos, y por supuesto, no consumir alcohol. Algunos medicamentos incluyen alcohol en su composición, por lo que se recomienda consultar el prospecto para saber su contenido total.