
La pérdida del principal motor económico ha llevado a muchos jóvenes del Bierzo y Laciana a apostar por la actividad ganadera para no tener que marcharse.
En los valles y montañas de las antiguas cuencas mineras de El Bierzo y Laciana proliferan las vacas pastando. La imagen no es nueva porque siempre ha habido tradición ganadera. "Era una actividad propia de una economía de subsistencia, para el autoconsumo, hasta la llegada de la minería, aunque hubo gente que la mantuvo", explica Jesús Arias, de Asaja León.
Ahora, precisamente ha sido el fin del carbón el que ha hecho que reverdezca con intensidad esta actividad ganadera como principal vía para que muchos jóvenes no tengan que emigrar a la ciudad. Entre los años 2019 y 2023, Asaja ha tramitado un total de 30 solicitudes de incorporación a la actividad ganadera, una cifra que previsiblemente es mucho mayor teniendo en cuenta que la organización agraria tramita la mitad de este tipo de expedientes. Descárgate aquí el último número de elEconomistaAgro
Jesús Agra Antao es uno de esos jóvenes que tuvo que recurrir a las vacas para no tener que abandonar sus raíces. Hijo y nieto de mineros, tras cerrar hace más de diez años la empresa de marcos de ventana en la que trabajaba no vio elección. "Yo quería quedarme en el pueblo y las dos maneras eran o hacer desbroces o la ganadería, no había más".
Natural de Matarrosa del Sil, a cuatro kilómetros de Toreno, solicitó la media incorporación a la actividad ganadera con el asesoramiento de Asaja León. Su espíritu resuelto y emprendedor le llevó a montar una carnicería cuatro años después y luego una explotación de colmenas. "Hasta ahora estoy supercontento. Pensé que no me iba a gustar y me encantó. Cuando empecé tenía 20 años y ahora tengo 33. Me dieron el número de explotación por pesado porque estaba todos los días a las siete de la mañana en la puerta…", afirma mientras advierte que "hay que trabajar 365 días al año desbrozando, echando camas, ayudando a los partos…Nadie te regala nada".
De hecho, fue la ayuda de su padre la que le permitió dar un salto que le ha exigido "mucho trabajo y mucha inversión porque empecé de cero. Ten en cuenta que tienes que comprar el tractor y el ganado, montar la nave y de subvención te dan 30.000 o 40.000 euros".
Su apuesta fue por diferenciarse de todo el mundo y apostar por la calidad de la carne de vaca cachena, una raza autóctona de Portugal y Galicia. "Es una de las mejores carnes que hay y de hecho está pasando a la Kobe y a la Wagyu. Es la vaca más pequeña del mundo pero te da un 2% de infiltración de grasa y de omega tres. Tengo denominación de origen, saqué el logotipo…Me gasté dinero", afirma.

Su claridad de ideas y determinación han tenido su recompensa. "Cuando comencé con la carnicería tuvieron que cerrar las otras dos que había. Y el año pasado saqué 56 terneros y me enseguida quedé sin ellos. Tuve cuatro meses cerrado porque tenía claro que no iba a vender de otra raza y cuando abrí a principios de año me estaban esperando. Eso al final se agradece, ves que estás haciendo algo bien".
Jesús Agra pide que "el Gobierno ayude más a los que van a empezar. Aunque no te lo den a fondo perdido que te lo den a devolver a largo plazo. Eso se echa de menos. Yo porque tuve a mi padre detrás. Y que dejen de recortar en la PAC porque nos están masacrando y reventará por algún lado".
El bajo precio de la carne
En Tombrío de Abajo, a pocos kilómetros de Toreno, Melanie Bello Blanco se ha incorporado recientemente en titularidad compartida con su marido Hugo, ganadero desde hace cinco años y con tradición familiar en esta actividad. Peluquera a media jornada, Melanie es consciente de los "inconvenientes" de su nueva ocupación: "Hay días buenos y días malos. Ayer tuvimos una vaca mala, a otras les cuesta parir". Pese a todo, recomendaría a otros jóvenes que "se incorporen si tienen ganas de luchar".
A eso suma el precio muy bajo de la carne y los inconvenientes que les está generando el cierre del matadero de Toreno. "Ahora nos toca ir hasta Astorga y lo que antes se hacía en cinco minutos ahora te lleva toda la mañana, aunque he oído que a lo mejor pagan la deuda y lo reabren", dice. Con 70 vacas de raza limusina que pastan en terrenos particulares y de la junta vecinal, crecerán hasta las 80 "porque no hay comida por aquí".

A la falta de pastos lleva enfrentándose José Manuel Arias Tascón desde que hace 12 años decidió establecerse en su pueblo, Rioscuro de Laciana, y montar una ganadería tras terminar una licenciatura y formar una familia. "Allí, desde que cerraron las minas, no nos queda mucho y ahora hay vacas por todos los sitios", afirma. Desde entonces compatibiliza la cría de terneros con la hostelería "porque de la ganadería sola no se puede vivir. El que te diga lo contrario es un engañabobos".
"La ganadería está unida a la PAC, cuando más terreno consigas más ayudas recibes a la hora de incorporarte. El que no tenga montes comunales lo tiene difícil y cada vez más porque para encontrar pastos admisibles tienes que tener muchas hectáreas brutas", explica.
De amigos a enemigos
Esta situación ha llevado a una verdadera pugna por los terrenos particulares y los pastos de las juntas vecinales. "Un puerto de montaña que antes nos costaba 600 euros puede valer ahora 11.000 euros por tener las vacas cinco meses pastando. Antes éramos amigos todos y ahora somos enemigos", afirma.
Tascón denuncia que "ahora tenemos la competencia desleal" de ganaderías a nombre de mujeres "aunque no las vas a ver montadas en un tractor o arreando una res. En mi zona, muchos mineros prejubilados ponen las vacas a nombre de su mujer pero las cuidan ellos. Y contra esa gente es imposible competir porque ganan 2.000 o 2.500 euros al mes con la pensión. Yo cada vez que tengo que comprar pienso tengo que vender cinco terneros, ellos no".
Una desventaja que se refleja en toda su crudeza a la hora de conseguir pastos. "Aquí se juntan cinco mineros prejubilados y ponen 2.000 euros cada uno y ya tienen el puerto cogido". Aunque no sólo es esa la causa porque también hay un efecto llamada. "Los ayuntamientos quieren que cada vez venga más gente de fuera porque pagan más".
Entre osos y lobos
La escasez de pastos se agrave en el caso de que haya incendios. "Si yo tengo un puerto y cobro por las hectáreas alquiladas y mañana se prende fuego ya no se pueden declarar ninguna aunque solo se hayan destruido 20. Y tengo que buscarme otro puerto que pagar y además seguir pagando el que se quemó. Aunque se queme un pedazo de parcela te quitan todo".
A ello se une los problemas de falta de rentabilidad. "El mundo rural está peor que nunca, una vaca vale lo mismo ahora que en 1983 y un kilo de cebada 10 veces más. Mi padre vendía los terneros a 4,8 euros y yo los vendo al mismo precio", afirma José Manuel Arias.
No es el único problema al que tiene que enfrentarse para mantener su medio centenar de vacas. Los atasques de lobos y de osos proliferan en la zona. "A me el año pasado me mataron una vaca y un ternero. Todavía no he cobrado ni un euro. Por aquí nacen más osos que niños. En estos pueblos la única salida viable es ser guarda de Medio Ambiente", afirma.