
Una acción tan cotidiana y necesaria como comer puede ayudar al medio ambiente. De este modo, realizando algunas modificaciones en nuestra rutina alimentaria podemos aportar una gran ayuda al planeta.
La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) establece el concepto de dieta sostenible como aquella que genera un impacto ambiental reducido y que contribuye a la seguridad alimentaria y nutricional y a que las generaciones actuales y futuras lleven una vida saludable. Además protege y respeta la biodiversidad y los ecosistemas, es culturalmente aceptable, accesible, económicamente justa y asequible y nutricionalmente adecuada, inocua y saludable, y optimiza los recursos naturales y humanos. La organización resalta que en la última década cada vez más países han comenzado a incorporar consideraciones de sostenibilidad en sus políticas alimentarias y programas de educación del consumidor.
Aumento de vegetales y reducción del consumo de carne: Tener una alimentación basada principalmente en alimentos de origen vegetal es una de las recomendaciones de los expertos, entre otras, ya que tienen un impacto medioambiental menor. De la mano, se iría hacia una reducción de consumo carne roja y procesada.
La producción de alimentos de origen animal genera aproximadamente el 57% de las emisiones de efecto invernadero que se vinculan al sistema alimentario global (incluidos los cultivos para alimentar al ganado). Al optar por el consumo de productos de origen animal, la recomendación es que los alimentos provengan de producciones extensivas -aprovechan eficientemente los recursos del territorio con las especies y razas adecuadas, compatibilizando la producción con la sostenibilidad y generando servicios ambientales y sociales-.
Preferencia por los alimentos locales, de proximidad y de temporada: Otra forma de colaborar con el medio ambiente es elegir, en la medida de lo posible, alimentos locales, de proximidad y de temporada, ya que esto ayudará a reducir el impacto del transporte. Y es que la exportación e importación de alimentos tiene un gran impacto medioambiental.
Desde la producción de un alimento hasta que se produce el consumo en el hogar, se estima que el transporte representa el 40% de la energía final gastada. Además, hay que tener en cuenta que a lo largo de toda la cadena del alimento, este pasa por almacenes, máquinas refrigeradoras, y distintos centros de distribución dependiendo de donde proceda, y el gasto energético que ello supone.
Un tercio de todos los alimentos producidos se pierde o se estropea
Reducir los desperdicios: Evitar o reducir el desperdicio de los alimentos es otra de las claves para apoyar al planeta mediante la alimentación. Tirar la comida indica el desperdicio absoluto del alimento, lo menos sostenible que existe. A nivel mundial, un tercio de todos los alimentos producidos se pierde, se desperdicia o se estropea, de acuerdo con la FAO. Si no reducimos la pérdida y el desperdicio de comida, el mundo tendrá que producir aproximadamente un 50% más de comida en 2050 para alimentar a la creciente población.
En España, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación cifra en 1.245,88 millones de kg el desperdicio total de alimentos y bebidas de los ciudadanos en 2021, dentro y fuera del hogar, una cifra que, aunque se redujo un 8,6% respecto al año previo, todavía es elevada. Los datos oficiales muestran que se desperdicia el 3,8% del total de alimentos y bebidas comprados dentro y fuera de los hogares. En tres de cada cuatro hogares se desperdician alimentos. Los cálculos del ministerio dejan que en 2021 cada español echó a perder, de media, más de 28 kg de comida.