Retail - Consumo

Espartería Sanlúcar, el secreto tradicional de interioristas y decoradores

  • La tendencia del esparto en la decoración está suponiendo un importante impulso para el oficio tradicional
Caridad Sumariva y José Luis Aldón en su tienda de Sanlúcar de Barrameda. Fernando Ruso

Caridad Sumariva creció viendo a su abuelo, Joaquín Ruiz, trenzar pleitas de esparto, lo hacía como muchos otros en la Andalucía rural de mediados de los 60, por sacar un dinero extra para llevar a su familia. Con cariño enseñó a su nieta a trabajar las fibras y a elaborar algunos objetos útiles para la vida cotidiana, ella lo aprendía con gustó por la ilusión de compartir tiempo con él, pero nunca imaginó que ese legado se convertiría décadas después en su modo de vida.

En 2006, Caridad y su marido, José Luis Aldón, que tras años en la mar como patrón de barco había pasado a la albañilería con algún que otro percance, decidieron dar un giro a sus vidas y montar su propio negocio. Se basaron en una de sus pasiones y abrieron en un local familiar de la calle Junco en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) una pequeña tienda de antigüedades y artesanía.

"Yo nunca pensé que me dedicaría al esparto, este bonito oficio que aprendí de mi abuelo, cuando abrimos vendíamos sobre todo cosas antiguas y otros productos artesanos", comenta a elEconomista Andalucía Sumariva, una de las pocas esparteras de Andalucía.

Los inicios fueron complicados, ya que, dos años después de la apertura comenzó la crisis económica que azotó con fuerza a toda España desde 2008, tras la recesión la empresa fue sobreviviendo elaborando artículos artesanales como cinturones de Semana Santa o algunas persianas de esparto para las viviendas del pueblo.

La artesanía está de moda

Hace unos cuatro años la tendencia por los ambientes naturales y el estilo rústico romántico llegaron con fuerza a la decoración. Las mismas fibras de esparto que usaban las abuelas andaluzas para sus escobas decoran ahora los bares de moda y las villas más exclusivas. Una moda está suponiendo un verdadero impulso para este oficio que como otros tradicionales estaba en grave riesgo de desaparición.

Prestigiosos estudios de interiorismo y decoración de distintos puntos del país acuden a la Espartería Sanlúcar para diseñar a medida artículos únicos que se elaboran con mimo y de manera completamente artesanal con materia prima nacional. Lámparas, alfombras y persianas son los productos más demandados, aunque hacen casi de todo, desde mesas, hasta cestas, fruteros o siluetas de cactus.

"Trabajamos con estudios de distintas ciudades como Madrid, Sevilla o Bilbao y con una de las principales tiendas de decoración y antigüedades de Marbella", comenta la espartera recordando uno de los pedidos más complejos: una alfombra de más 10 metros cuadrados que tuvieron que elaborar en apenas una semana y por la que cobraron 8.000 euros.

Tal es el volumen actual de trabajo, que Caridad y su marido están ahora elaborando las persianas de esparto que les encargaron el pasado año y tomando pedidos ya para el 2024. "Los trabajos pequeños si lo podemos hacer con menos tiempo, pero los grandes necesitan meses" destaca.

Hace unos años, antes del auge del esparto en la decoración, montaron una tienda online que tuvieron que cerrar porque en los 12 meses que estuvo operativa no registró ni un solo pedido. Sin embargo, ahora venden sus productos por toda España y también en países como Francia, Alemania o Inglaterra a través de las redes sociales.

"La gente viene nos ve trabajando, compra nuestros productos y los comparte en su perfil de Instagram, eso nos está dando mucha publicidad", destaca Sumariva, haciendo hincapié en que los extranjeros valoran más el trabajo artesano. "Es muy complicado que la clientela valore nuestro esfuerzo, y no se trata de poder adquisitivo, en los grandes comercios los clientes no regatean y aquí sí", lamenta.

Gigantes de la decoración como IKEA o Maison du monde también han llenado sus tiendas de fibras y elementos naturales, aunque eso sí elaborados en fábricas para hacer frente a su alta demanda. Una de estas multinacionales, Leroy Merlin, ha contactado varias veces con la espartería sanluqueña para llegar a un acuerdo y vender sus productos, oferta que siempre ha sido declinada por la imposibilidad de hacer frente a esos grandes pedidos.

Los artesanos sí que hicieron negocio con una compañía americana que durante dos años vendió sus artículos a través de Internet, pero tuvieron que dejarlo porque no podían hacer frente a las exigencias en cuanto a cantidad y plazos.

Y es que ese es uno los problemas a los que se enfrenta este negocio, la imposibilidad de crecer, por un lado por la ausencia de profesionales y por otro por el escaso margen de beneficio que obtienen con su laborioso trabajo.

"El 2022, a pesar de todo lo que vendimos, fue un año malo porque aunque nuestra facturación ha aumentado mucho los costes de producción se han disparado y nuestro margen de ganancia es muy escaso. Es un negocio tan pequeño que nos da para comer y para pagar, no podemos crecer porque no tenemos infraestructura", apunta la espartera.

A pesar de eso, el matrimonio sigue elaborando con dedicación y cariño todos los encargos que le llegan, desde serones para una asociación alemana de protección de burros, hasta lámparas con una caída de siete metros para una casa palacio en Cáceres o incluso una alfombra para una pasarela de moda, "era tan grande que la tuvimos que hacer en la calle", recuerda esta artesana.

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