
La sidra es la bebida emblemática de Asturias y uno de los bienes más preciados de los que puede presumir el Principado. Tanto es así que cada año se llegan a producir 40 millones de botellas, de las cuales buena parte de ellas se consumen en la comunidad.
Para servir esta bebida alcohólica en los chigres, nombre que reciben las sidrerías asturianas, se necesitan escanciadores. Una profesión que con el paso del tiempo está perdiendo peso en el Principado, y el gran culpable parece haber sido la pandemia.
"Desde la pandemia hemos notado un cambio de actitud en la gente a la hora de buscar trabajo. No hay relevo generacional, gente joven que quiera hacerlo", cuenta Pedro Caramés, presidente de la Asociación de hosteleros de Gascona (calle de Oviedo conocida como el bulevar de la sidra), en una entrevista en Antena 3.
Los hosteleros asturianos se quejan de que faltan escanciadores. En concreto, demandan 1.800 puestos de trabajo. "La sidra es un reclamo turístico de primer orden en Asturias, tremendamente diferenciador. Tenemos que producir una buena imagen y dar un buen servicio y para eso para mantener la cultura sidrera asturiana hace falta personal cualificado que lo hago correctamente", indica Javier Fernández, responsable de sidrerías de Otea (Hostelería y Turismo de Asturias).
Además, reclaman el reconocimiento laboral de esta profesión, incluyéndola así en el convenio colectivo. "Esta categoría profesional no está reconocida. Sería una clase profesional con una cotización por encima de la de los camareros porque tienen que ser camareros y escanciadores. Es un plus", reclama Fernández.
"No hay profesionales, ni siquiera gente que podamos nosotros formar", señalan los hosteleros
En este sentido, el sueldo de un escanciador es un 20% más alto que el de un camarero normal. "A un buen escanciador se le paga y bien", afirman unos profesionales del sector que ponen en valor la profesión de escanciador. "Queremos potenciar la cultura de la sidra, pero la botella se vende a 2,9 euros, y el camarero tiene que ir a la mesa seis veces a escanciar. Una copa de Rioja la pones y te olvidas", revela Rocío Fonseca, propietaria de una sidrería, en la Nueva España.
Por último, desde el sector echan en falta también escuelas que formen a los futuros escanciadores. "No hay profesionales, ni siquiera gente que podamos nosotros formar", señalan los hosteleros, que aseguran que en un solo mes se puede dominar perfectamente la técnica.