
En un mundo inundado de liquidez la rentabilidad que ofrece la deuda más segura no es que sea baja, es que es negativa: el inversor pierde dinero si se lo presta a 10 de las grandes economías mundiales. En total, 4 billones de bonos europeos ofrecen rentabilidades nominales negativas.
¿Cuánto vale el dinero? Esta pregunta es uno de los grandes retos para la teoría monetaria y que el siglo XXI está obligando a replantearse. El dinero nunca había valido tan poco. Los grandes bancos centrales reparten billetes gratis en los mercados financieros, lo que ha inundado al mundo de liquidez y ha llevado a los distintos tipos de interés del mercado a mínimos históricos en muchos casos.
Tanto es así, que en los últimos trimestres, cada emisión de deuda en los países del oeste de Europa ha recibido una demanda muy superior a la oferta. El dinero no fluye a la economía, sino que se queda atascado en los mercados financieros, lo que se conoce como que el canal de transmisión de la política monetaria está roto.
El escenario actual ha llegado a tal extremo que 10 países tienen la rentabilidad nominal de su deuda en negativo, esto es, que los inversores pagan a estos Estados para que guarden su dinero. Una situación insólita que ha provocado que haya más de 4 billones de bonos que ofrecen rentabilidades negativas en el mercado secundario. 10 países para los que financiarse en el mercado no es que sea gratis, sino que reciben dinero por hacerlo. Además, hay otros tantos, España incluido, que tienen algún tramo de su deuda muy cerca del cero (las letras a 3 meses ya estuvieron en negativo este mes).
Esta nueva normalidad amenaza con prolongarse en el tiempo si siguen los estímulos de los bancos centrales. Lo más habitual es que la rentabilidad negativa solo ocurra en los vencimientos de muy corto plazo, sin embargo, Suiza pone en jaque las teorías monetarias con unos tipos de interés en negativo en toda la curva hasta el tramo de 10 años. Tanto, que para prestar dinero al país hasta tres años, los inversores tienen que pagar más de un 0,6 por ciento. O lo que es lo mismo, cuando recuperen el principal, tendrán un 0,6 por ciento menos.
En algunos países, como Dinamarca o Alemania, los inversores se tendrán que pelear para comprar la deuda que hay en circulación, ya que no aumentarán el volumen emitido. El Banco Nacional de Dinamarca anunció el viernes que el país no subastará más deuda hasta nuevo aviso, en un intento de frenar la apreciación de su divisa y será la propia entidad quien financie las necesidades del Estado. Berlín, por su parte, ha anunciado que en 2015 alcanzará el objetivo de déficit cero, por lo que no aumentará el saldo vivo de deuda. La curva de rentabilidades de estos dos países está en negativo hasta el 5 años cotiza en negativo y en Japón, están en negativo los títulos de 6 y 12 meses. Un escenario insólito que obliga a los ahorradores a asumir riesgo si quieren proteger la capacidad adquisitiva de su dinero, situación que se conoce como represión financiera.
¿Por qué ocurre esto?
Esta es una situación excepcional que nunca antes había ocurrido de forma tan generalizada. Hay varias razones que explican este fenómeno, aunque la principal es que son los bancos centrales, con su dinero gratis e ilimitado, quienes crean la coyuntura óptima para que acontezca. Pero no es el único motivo. La especulación también juega un papel importante. Si los inversores compran hoy con la esperanza de que las rentabilidades sigan cayendo (subiendo los precios), podrán vender con plusvalías. Otros inversores no especulan con estos activos, sino que tienen un perfil tan conservador (como los fondos de pensiones) que solo invierten en deuda con una calificación crediticia muy alta.
Otro motivo importante es el descenso de la inflación global, provocado en gran medida por la caída del precio del petróleo. Esto significa que si las rentabilidades son superiores al IPC, aunque sean negativas, el retorno real será positivo.
¿Trampa de la liquidez?
En los últimos meses se ha hablado mucho sobre si los países desarrollados están en la trampa de la liquidez que definió el Nobel de Economía John Hicks sobre la Teoría keynesiana. Si bien es cierto que el continuo descenso de los tipos de interés oficiales y las inyecciones de dinero no han llegado al mercado real, la situación actual no refleja este concepto. No lo hace porque esta trampa se produce cuando los inversores tienen una preferencia extrema por la liquidez porque los tipos oficiales no pueden bajar más y los de mercado amenazan con girarse al alza. En este caso, sin embargo, las rentabilidades se mueven a la baja y muchos especuladores siguen rascando retornos positivos en este movimiento. El exceso de liquidez, que sí que ocurre actualmente, se ha producido por las inyecciones masivas de dinero.