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La revolución digital en los expertos mayores de 45 años

  • Las generaciones más jóvenes pueden estar más acostumbradas al aprendizaje constante
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La obsolescencia es una de las sombras que nos persigue durante los últimos años. Uno de nuestros temores es que nuestro móvil ya no soporte la nueva actualización del software y que cada dos años saquen nuevos modelos que nos obliguen a comprar uno nuevo. Pero la obsolescencia no es solo digital. Los alimentos también caducan y las modas son pasajeras. Con los años, la obsolescencia ha llegado hasta el mundo laboral. Hasta hace no mucho, los profesionales podían desempeñar un mismo trabajo durante décadas. Ahora, en cambio, el reciclaje profesional es más necesario que nunca.

El reskilling consiste básicamente en conseguir que los trabajadores de una empresa se adapten a las nuevas demandas del mercado laboral. Para ello es imprescindible invertir en la formación continua del empleado, para así poder adquirir nuevas habilidades y competencias. Las generaciones más jóvenes pueden estar más acostumbradas al aprendizaje constante, pero el verdadero reto está en inculcar esta cultura en el grueso del sector: los sénior.

Consideramos trabajador sénior a todo aquel mayor de 45 años. Con una pirámide poblacional invertida, un desarrollo social sin precedentes y una población cada vez más envejecida, el talento sénior copa gran parte de los puestos de trabajo. Los beneficios son evidentes, porque la experiencia laboral aporta un valor incuestionable. Pero, al mismo tiempo, el ritmo al que evoluciona el mercado laboral exige nuevos conocimientos que chocan con una resistencia al cambio compartida entre los trabajadores con mayor experiencia. La transformación digital, acelerada durante los meses de pandemia, amenaza con dejar atrás a los trabajadores adultos que por lo general muestran mayores reticencias a la implementación de las nuevas tecnologías. De hecho, según el Libro Blanco de Talento Sénior elaborado por la Fundación Adecco y la fundación SERES, el 75% de los desempleados mayores de 55 años asume que no volverá al mercado laboral.

Todo ello pese a que la realidad de los datos y la demografía nos indican lo contrario, es decir, que la incorporación de estos perfiles es más necesaria que nunca ante los retos de la Cuarta Revolución Industrial. Tomás Pereda, experto en RRHH y subdirector de la Fundación Máshumano, explica que en un momento en el que existen "aproximadamente 150.000 puestos que no pueden ser ocupados por la falta de candidatos adecuados", el talento sénior está demostrando ser perfectamente capaz de liderar el cambio tecnológico y la transformación digital.

Los trabajadores de mayor edad aportan experiencia y resiliencia, se manejan mejor en entornos en los que el networking y las relaciones profesionales de valor suponen un pilar del éxito, y su grado de implicación con los proyectos es muy alto. Allí donde los trabajadores más jóvenes aportan dinamismo y apuestan por la innovación constante, los séniors suman con el know how imprescindible para implementarlas con éxito en cualquier organización. Se presenta la oportunidad a las empresas de apostar por equipos multigeneracionales donde tres generaciones trabajen codo con codo. Los grupos de trabajo con estas características requieren de una gestión consciente y específica para identificar bien cuáles son las cualidades a explotar de cada escalón generacionales.

Esta convivencia y colaboración de varias generaciones será fundamental en el futuro. La población seguirá envejeciendo y esto hará que los mayores trabajen más años (además, esta es la única manera de conservar las políticas de pensiones vigentes). Es aquí cuando veremos a jóvenes y no tan jóvenes integrados en la empresa, colaborando, compitiendo y aprendiendo.

En una sociedad cada vez más longeva, no nos podemos permitir dejar atrás a los profesionales sénior. Ante un mercado laboral diferente, más competitivo y exigente en grado de especialización, el reskilling es la tendencia clave que puede revertir la situación. El talento sénior es, y seguirá siendo, el grueso de la fuerza laboral, por lo que las empresas que aspiran a ser sostenibles no pueden descuidar las competencias profesionales de este grupo. Solo el reciclaje profesional del talento sénior les permitirá conservar la perspectiva de beneficio a largo plazo, y afrontar cualquier reto a corto plazo. Además, no está demostrado que el aumento de la edad implique un déficit de productividad. Al contrario, la experiencia es siempre un valor añadido. Fomentar un cambio de actitud entre los más reacios, insistir en las oportunidades del aprendizaje permanente, implementar progresivamente el desarrollo de competencias digitales e identificar los nuevos nichos de mercado.

La sombra de la obsolescencia ya acecha los puestos de trabajo. Ya no solo nos preocupa tener un móvil desfasado o no entender el éxito de las redes sociales emergentes. El mercado laboral no demanda los profesionales monolíticos de antaño. En cambio, premia a los que proactivamente innovan y reciclan sus competencias laborales. Este es el gran reto del talento sénior: buscar la luz en un mundo donde reina la obsolescencia.

Desempleo sénior: España, en la cima de la OCDE

La población española activa entre los 55 y los 64 años se encuentra por debajo del 55%. Esto es, 5 puntos por debajo de la media europea y casi 10 puntos por debajo de la media de la OCDE. A partir de la edad legal de jubilación, los 65 años, la brecha se acrecienta aún más en detrimento de España, donde la tasa de ocupación es tan solo del 7%. Además, el desempleo crónico en la franja de edad del talento sénior es superior al 59%. El paro de largo duración refleja la dificultad que encuentra la población adulta a la hora de reincorporarse al mercado laboral. Es, sin duda, uno de los grandes retos para las autoridades y las empresas en el futuro más inmediato.

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