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El reto tecnológico de las universidades en España

  • Estas tecnologías también pueden provocar una brecha definitiva de desigualdades
Josep A. Planell, Rector de la Universitat Oberta de Catalunya
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La formación superior quizás no sea condición suficiente, pero sí necesaria para la viabilidad de cualquier proyecto de futuro. Sólo necesitamos mirar hacia nuestro pasado e imaginar un presente sin el actual despliegue de universidades y centros de investigación. Sirva de ejemplo el reciente informe de la Fundación Conocimiento y Desarrollo, cuya principal conclusión sitúa al 90% de las universidades públicas españolas en el rango del 5% de las mejores del mundo. Como ya evidenciaba el estudio sobre La contribución socioeconómica del Sistema Universitario Español, este prestigio exterior revierte internamente en la creación de conocimiento, riqueza y empleo, pues multiplica por 4,3 cada euro público invertido en su financiación.

A estos datos, cabe añadir otras aportaciones cualitativas. Las personas con título universitario son más altruistas, muestran mayor conciencia medioambiental, tienen más interés por la cultura y mayor esperanza de vida. Y, aunque la educación universitaria no solventa la desigualdad, en cuyos orígenes siguen pesando principalmente los orígenes sociales y familiares, sí que reduce el riesgo de pobreza y exclusión social, así como también coadyuva a aminorar, sin eliminarlas, las desigualdades de género.

La importancia de la universidad es, por lo tanto, doble. Por ello, debe saber combinar su papel como nodo de conocimiento y agente de innovación, con una dimensión clave de cohesión garantizando el funcionamiento del maltratado ascensor social y la difusión y activación de ciertos valores de ciudadanía. Lo expresaba recientemente Michael Murphy, presidente de la Asociación Europea de Universidades: "nunca había sido tan necesario disponer de universidades fuertes, con capacidad para encontrar soluciones tecnológicas y sociales, para capacitar a la fuerza laboral del futuro y para conformar los valores éticos y morales de nuestros estudiantes y sociedades regionales".

Para alcanzar ese horizonte de futuro, la universidad debe afrontar desafíos conocidos, aunque no por ello menos importantes y urgentes (el marco jurídico, la gobernanza, la dignificación del profesorado, el presupuesto…). A ellos, además ha venido a sumarse el reto tecnológico. Como recoge el ya citado informe de la Fundación Conocimiento y Desarrollo, la universidad española necesita asumir la transformación digital del mundo y, especialmente, del conocimiento. Tecnologías digitales avanzadas como la 5G proporcionarán una nueva lista de servicios en movilidad con funcionalidades hasta ahora inéditas, tasas de velocidad de transmisión de datos más altas, mayor capacidad de conectividad y menores retrasos de latencia.

Tecnologías digitales avanzadas como la 5G proporcionarán una nueva lista de servicios en movilidad

Sin embargo, estas tecnologías también pueden provocar una brecha definitiva de desigualdades. De ahí la necesidad que dicha transformación se acompañe de iniciativas como el "Contract for the Web" impulsada por Tim Berners-Lee para asegurar el acceso a internet en las mejores condiciones, respetando y protegiendo los derechos digitales de toda la ciudadanía; pero también de marcos como la Agenda 2030. Esta renovada Declaración Universal de los Derechos Humanos, impulsada por Naciones Unidas, comprende entre sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible una apuesta clara por la "educación de calidad" que, por primera vez y de forma significativa y programática, incluye el acceso igualitario a la formación superior. En la actual encrucijada, la universidad debe saber sumar esfuerzos y proyectarse hacia el futuro en innovación, digitalización y desarrollo.

Elaborado por Josep A. Planell, Rector de la Universitat Oberta de Catalunya

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