La nueva formación soberanista que el expresidente catalán Carles Puigdemont ha ideado para unir a todo el soberanismo en un nuevo movimiento y superar al PDeCAT ya está en marcha, justo cuando se cumple un año de la declaración unilateral de independencia en el Parlament, que representó la aplicación del artículo 155 de la Constitución y la suspensión del autogobierno. La Crida Nacional per la República (Llamamiento Nacional por la República) presentó el sábado en un acto en Manresa (Barcelona) su ponencia política, que contempla el diálogo con el Estado pero también la desobediencia para alcanzar una república catalana independiente.
"La apuesta por el diálogo y el entendimiento para ejercer de manera efectiva las aspiraciones de autodeterminación de la ciudadanía de Cataluña es firme", afirma la ponencia política de la nueva formación soberanista. Sin embargo, advierte también de que, si la vía del diálogo con el Estado no se produce o no avanza de manera significativa, la Crida en ningún caso renunciará "al ejercicio efectivo de la soberanía, cuando las condiciones sociales y políticas del país lo permitan". El texto evita mencionar explícitamente la vía unilateral hacia la independencia, pero defiende buscar la consecución de una república para Cataluña por "cualquier camino que responda a los principios de la no violencia y a un mandato democrático expresado mayoritariamente en las urnas".
Reivindicación del 1-O
La Crida reivindica el resultado del referéndum del 1-O y insiste en los dos objetivos que se han convertido en imprescindibles para el independentismo mayoritario desde las elecciones del 21-D, la libertad y absolución de los presos soberanistas y el regreso de los líderes que están en el extranjero, y la celebración de un referéndum de autodeterminación "efectivo y acordado". El documento defiende que la desobediencia de los representantes políticos "puede acabar siendo un acción necesaria ante la injusticia de la acción de los poderes del Estado" y la negativa de estos de aceptar el derecho de autodeterminación de Cataluña.
El movimiento impulsado por Puigdemont también contempla que esta desobediencia pueda ser ejercida no solo por los representantes políticos, sino desde la ciudadanía, siempre en términos pacíficos y como "protesta cívica y posible acelerador de una solución democrática al conflicto". Como ya anunciaron sus promotores en la presentación de la Crida en julio en Barcelona, el movimiento considera que se crea en un contexto de excepcionalidad y asegura que se disolverá como "una vez conseguida la instauración de la república catalana".
Unión entre partidos
La ponencia política también analiza que "la falta de unidad y sobre todo de confianza entre los partidos soberanistas" está en el origen de algunas decisiones estratégicas del procés que no han funcionado. Por ello, la Crida plantea recuperar la cohesión entre los partidos independentistas en la decisiones estratégicas, superando la actual división entre pragmáticos y partidarios de la unilateralidad. Igualmente, el movimiento también reclama la "unidad electoral", lo que sintetiza la idea planteada repetidamente por Puigdemont y sus fieles de que todos los partidos soberanistas se presente en listas unitarias en las contiendas electorales. "Los beneficios de la unidad electoral no los tenemos que apreciar solo en la obtención de votos el día de las elecciones, que también, sino en la acción política posterior en clave de confrontación democrática con el Estado", concluye el texto.
Negativa de sus socios
Este es uno de los talones de Aquiles de la nueva formación de Puigdemont. Tras el experimento de Junts pel Sí (la coalición electoral formada por CDC y ERC que ganó las elecciones autonómicas del 27-S de 2015), los republicanos liderados por Oriol Junqueras han sido muy reacios a volver a repetir una alianza de este tipo, con la esperanza de que algún día se cumplan las encuestas y Esquerra pueda finalmente derrotar a los neoconvergentes en unas elecciones autonómicas. De hecho, ERC ni siquiera ha aceptado presentar listas conjuntas de cara a las elecciones municipales del próximo mayo de 2019. Todavía más claro es el caso de la CUP, que ya no participó en la coalición JxSí, a pesar de que ERC y CDC presentaron las elecciones catalanas del 27-S como un plebiscito sobre la independencia. Por el contrario, los anticapitalistas rechazan cualquier acercamiento a la Crida por considerarlo un movimiento de derechas.