Política

Brasil afronta las elecciones con el desenlace más incierto en 33 años

  • Los retos giran en torno a relanzar la economía tras la recesión
  • Bolsonaro ganaría los comicios con un 56% del voto, según los sondeos
Bolsonaro y Haddad, contrincantes por la Presidencia de Brasil.

Los ciudadanos brasileños cuentan las horas para conocer al nuevo presidente de la primera economía de Latinoamérica. Según un último sondeo, el candidato progresista Fernando Haddad recorta de 18 a 12 puntos la amplia distancia que le separa del ultraderechista y militar retirado Jair Bolsonaro. 

De acuerdo con la encuesta elaborada por la firma Datafolha, Bolsonaro ganaría los comicios con un 56 por ciento de los votos válidos frente al 44 por ciento que obtendría Haddad, del Partido de los Trabajadores. El leve repunte de Haddad mantiene el suspense en esta segunda vuelta. Son los comicios más inciertos en Brasil desde el final de la dictadura en 1985, pese a reducirse la brecha, ya que seis puntos sigue siendo una distancia considerable.

Se enfrentan dos políticos con carácteres y estilos muy diferentes. La discrepancia en la economía y la política es total: Bolsonaro es considerado un clásico "populista de derecha" y Haddad representa a un partido que simboliza el "populismo de izquierda".

Bolsonaro anuncia un Gobierno de puño de hierro, aunque lo que más le ha caracterizado han sido sus frases incendiarias; sus racismo en un país donde más de la mitad de la población es de raza mixta, negra, asiática o indígena; su misoginia con la que distingue a las mujeres, que violaría en función de su belleza; y su homofobia, que llega al extremo de decir que preferiría a su hijo muerto que gay.

La radicalidad de Bolsonaro es tal que The Economist aseguró que, de llegar a la presidencia, su mandato será "desastroso" y Fernando Henrique Cardoso -expresidente de Brasil, autor del boom que heredó Lula- dijo que no le agrada "ninguno, pero Bolsonaro está excluido". Sin embargo, en lo económico, su discurso trata de ser alentador. "Mercado libre y menos impuestos es mi consigna", tuiteó antes de la reaccionó eufórica de la bolsa.

Las expectativas del exministro de Educación y exalcalde de São Paulo, Haddad, se reducen a que tenga éxito un "todos contra Bolsonaro". Si bien su llamamiento a los candidatos perdedores en primera vuelta ha tenido cierto eco, es dudoso que sea suficiente para ganar.

Claves de la campaña

Tres grandes temas han determinado la campaña. El primero es la lucha contra la corrupción: mientras en 2014 Brasil estaba en la 69 posición entre 180 en el ranking de percepción de corrupción de la ONG Transparencia Internacional, hoy ocupa el puesto 96 debido a los escándalos revelados en los últimos años. A Bolsonaro le ha fortalecido su promesa de combatir con mano dura la corrupción y su proyección como outsider. Haddad, por el contrario, se ha visto perjudicado por los escándalos de sobornos en el PT, donde estuvo involucrado.

El segundo pilar es el desafío de lograr un crecimiento económico sostenido. Dos años de recesión dejaron al país muy debilitado por lo que urge reducir los elevados gastos, que han sofocado cada vez más las arcas públicas. En su Gobierno provisional, Michel Temer logró aprobar una enmienda constitucional para que durante los próximos 20 años los gastos públicos, incluyendo salud y educación, solo puedan aumentar de forma proporcional a la inflación del año anterior, y así reducir el déficit. También pudo llevar a cabo su reforma laboral: el gran reto es, por un lado, la tasa de desempleo que con un 12 por ciento golpea a más de 12 millones de personas, además del creciente déficit fiscal alimentado por el costo de las pensiones. Y mientras Bolsonaro propone hacer reformas de la mano de su gurú económico y eventual ministro de Hacienda, Paulo Guedes, Haddad insiste en que revocará las medidas realizadas por Temer y afirma ser contrario a un cambio en el sistema de pensiones.

El tercer punto es la inseguridad. Brasil registró el año pasado 63.800 homicidios, 30,8 por cada 100.000 habitantes, según el Foro Brasileño de Seguridad Pública. Asimismo, la mayoría de las grandes ciudades se ven afectadas por el incremento de organizaciones criminales dedicadas al tráfico de drogas. Ejemplo de la crisis de inseguridad es el turístico Estado de Río de Janeiro, donde la tasa de homicidios llega a 40,4 por cada 100.000 habitantes. El desborde de violencia llevó al Gobierno de Temer a decretar en febrero la intervención militar de las tareas de seguridad en el Estado.

Según la legislación actual, la seguridad está en manos de gobernaciones y municipios, no del Gobierno federal. Los candidatos proponen cambios y resolver el problema a nivel nacional. Bolsonaro propone despenalizar el uso de armas, mientras Haddad quiere fomentar el mayor intercambio de información sobre criminalidad entre los Estados. Además deberán encontrar una manera de poner fin a la intervención en Río, ya que, según la Constitución, mientras las fuerzas militares estén a cargo de la seguridad de un estado, el Congreso no puede aprobar nuevas reformas.

También otros dos elementos son esenciales en esta campaña: la preocupante desinformación con campañas de odio digitales, fake news en las redes sociales y bulos por Whatsapp, junto a la enorme relevancia que han adquirido las iglesia evangélica como actor político con numerosos pastores de diversas denominaciones pentecostales y neopentecostales, predicando desde sus iglesias que los fieles debían votar a Bolsonaro.

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