
La irrupción del ex primer ministro francés Manuel Valls en la precampaña de las elecciones municipales en Barcelona ha sacudido el tablero de la política catalana. El anuncio oficial de su candidatura (llamada Barcelona capital europea) para derrotar en los comicios de 2019 al "populismo y al nacionalismo" -con voluntad independiente de los partidos, pero con el apoyo de Cs- levantó ayer la reacción de las principales fuerzas políticas de la ciudad.
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, centro de las críticas del político hispanofrancés por la "degradación" de la capital catalana durante su mandato, respondió que Valls es el candidato que quieren potenciar las "élites económicas", inquietas porque el actual consistorio haya cuestionado sus intereses. "Valls es el candidato de Cs, de la derecha, que en alianza con estas grandes élites económicas quiere acabar con el cambio en Barcelona", sentenció. La alcaldesa también afirmó que el principal problema de la ciudad es la vivienda y reclamó a Valls que clarifique si apoyará la obligación impuesta por el Ayuntamiento a las inmobiliarias de destinar el 30 por ciento de sus promociones a la construcción de viviendas sociales.
El independentismo es el otro contrincante que Valls se ha propuesto desbancar en su carrera para alcanzar la alcaldía de Barcelona. La candidata del PDeCat, Neus Munté, consideró que es una "apuesta perdedora" y que es un político mal valorado en Francia. "Barcelona no se puede convertir en una lucha de egos entre Colau y Valls", apuntó. Por su lado, el alcaldable de ERC, Ernest Maragall, afirmó que es "el candidato de los ricos" y que forma parte de una operación "llevada desde Madrid".
Valls ha intentado atraer a PSC y PP a su proyecto y recibió ayer respuestas dispares a su ofrecimiento. El líder de los socialistas en Barcelona, Jaume Collboni, consideró que Valls es "una operación de marketing y un engaño" porque esconde el apoyo de Cs. Por contra, el presidente del PP, Pablo Casado, confirmó que el partido concurrirá con sus siglas a los comicios en Barcelona, pero defendió la cooperación entre constitucionalistas.