
La universidad pública española ha demostrado, durante los últimos años de la crisis económica, que podía hacer más con menos recursos. Se apretaró el cinturón y continuó dando un servicio de calidad y excelencia a nuestro alumnado.
Con la llegada de la Ley de Transparencia, las instituciones de educación superior se pusieron las pilas para mostrar su mejor cara, algunas mejor que otras, pues ha día de hoy, algunos de los portales no muestran toda la información de la manera más sencilla. Es necesario un máster para poder acceder a ciertos datos. Y de másteres va la cosa. La imagen y la reputación de la universidad española se ha visto dañada por los escándalos relacionados con la Universidad Rey Juan Carlos. La falta de un control en los programas de posgrados oficiales y títulos propios ha hecho que el mercado laboral dude de la validez de estos títulos, sobre todo, si vienen de la institución madrileña.
No obstante, siempre se ha cuestionado si sobran universidades, si la relación con la empresa es suficiente, puesto que el mercado laboral demanda un perfil de egresado que no existe porque en las facultades no se forman con las expectativas que luego les pedirán en el mercado laboral. Mucho se ha hablado de la endogamia, de las trabas burocráticas, de la falta de autonomía, de la falta de financiación, de las plantillas de docentes envejecidas, de los problemas de género en relación a puestos de alta responsabilidad, de escasos investigadores y sus problemas (sobre todo de financiación) para hacer su labor investigadora. La universidad se convirtió hace muchos años en una fábrica de diplomas, en lugar, de un ser un espacio de transferencia de conocimiento.
Los rectores de manera conjunta bajo el paraguas de la CRUE (Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas) y de manera individual reclaman revitalizar ciertos órganos de Gobierno, recuperar niveles de autonomía universitaria en la toma de decisiones, sobre todo en el ámbito interno de la universidad. Piden en la reforma de la ley de universidades más autonomía real.
De esta manera, el presidente de la CRUE, Roberto Fernández, ha indicado que "la Universidad merece el respaldo de la sociedad española". El reforzamiento de la autonomía y la inspección en las Universidades españolas, dicen los rectores, son las que pueden servir para erradicar los malos casos aislados que perjudican actualmente su prestigio.?
Alumnos extranjeros
En cuanto a la internacionalización, las universidades no atraen al talento extranjero como les gustaría, a no ser que los estudiantes vengan con una beca Erasmus. De hecho, España, el país preferido por esos alumnos con beca europea -desde el año 2001, España ocupa esta primera posición de manera ininterrumpida-, es uno de los países de la OCDE con menor presencia relativa de estudiantes internacionales en sus instituciones de educación superior. Del mismo modo, la financiación es otro de los aspectos que debería ser objeto de revisión.
Fuera de España, una universidad de unos 15.000 estudiantes tiene un presupuesto de entre 700 y 1.000 millones de dólares. La media en las universidades públicas españolas es de 30.000 alumnos y de entre 150 y 300 millones de presupuesto, según un informe sobre la internacionalización elaborado por PwC. Si se atiende a una perspectiva internacional, el porcentaje de profesorado extranjero que registra España (del 2,4 por ciento) queda muy alejado de las cifras que ofrece Eurydice.
A la universidad también se le ha criticado que no aparezca entre los primeros puestos de los rankings internacionales, pero la verdad es que con la financiación que tienen, lo hacen bastante bien. España está entre los seis países del mundo que tiene más universidades entre las 500 primeras. España con respecto a EEUU, un estudiante tiene dos veces y media más posibilidades de estudiar entre las mil primeras que en EEUU.
La sobrecualificación de nuestros titulados demuestra que el sistema universitario no está adaptado a la demanda del mercado laboral. Los expertos indican que sería conveniente que los programas educativos abordaran retos como la transversalidad y las habilidades de gestión. El 37 por ciento de los graduados trabaja en puestos de menor cualificación, muy por encima de la media europea.
A pesar de tener exceso de formación, la titulitis está en auge, sobre todo, en los currículums de algunos políticos (aunque los adelgazen después).
El envejecimiento de la plantilla preocupa mu- cho a los jóvenes, que ven la falta de oportunidades y ahogan las expectativas de poder trabajar en España. La fuga de cerebros y la retención de talento serán las claves para diferenciarnos de nuestros vecinos en cuanto a excelencia e innovación.
Duque también ha indicado que es momento de adaptar las necesidades docentes e investigadoras "cada vez más cambiantes y diversas".
En relación al control de las instituciones educativas, que se ha puesto en duda por los escándalos de los másteres y plagios, la universidades necesitan una mayor aplicación de los controles internos y externos "que existen". De hecho, son el cauce para acabar con casos como el de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid
Las universidades aseguran estar en permanentemente estado de reforma y de cambio, de comparativa con otras universidades.