
Afectados por los atentados yihadistas de Barcelona y Cambrils habían pedido una tregua de las disputas políticas durante el acto de recuerdo a las víctimas de los ataques en su primer aniversario, pero no fue posible. Debieron compartir el protagonismo con pancartas contra la presencia del Rey que activistas independentistas colgaron en los dos lugares de homenaje: la plaza Cataluña de Barcelona y las Ramblas a la altura del mosaico de Joan Miró, donde la furgoneta que protagonizó el trágico atropello masivo finalizó su recorrido.
Ello despertó la indignación de varias decenas de personas que habían acudido a una concentración a favor del Rey, y que recibieron al monarca con banderas de España y vivas al inicio del acto institucional. También hubo en las Ramblas una manifestación contra el Rey convocada por los Comités de Defensa de la República (CDR), y participantes de una y otra protagonizaron momentos de tensión al coincidir en la intersección de Las Ramblas con plaza Cataluña, donde los Mossos d'Esquadra los separaron.
Textos en inglés
Las pancartas antimonárquicas estaban escritas en inglés, para aprovechar la presencia de centenares de profesionales de medios de comunicación de todo el mundo llegados para cubrir el primer aniversario de los atentados, y la colocada en plaza Cataluña colgaba de un piso que hace años acogió una oficina de la agrupación empresarial independentista Cercle Català de Negocis -que en su día informó de que se la había cedido un socio "patriótico"-, así como otras sedes de entidades independentistas.
Los representantes de partidos independentistas lo consideraron parte de la libertad de expresión, mientras que el resto reprobaron la acción, y la Delegación del Gobierno en Cataluña pidió explicaciones a ayuntamiento y Generalitat.
De hecho, desde el Gobierno catalán también aprovecharon el triste aniversario para sus propias reivindicaciones. En una declaración institucional previa al acto central organizado por el Ayuntamiento de Barcelona, Torra y sus consellers aparecieron con una chapa en la solapa con la imagen del exconseller de Interior Joaquim Forn, así como con broches y en algunos casos prendas de vestir amarillas por los presos soberanistas. Además, Torra quiso mostrar en su discurso su reconocimiento a la labor realizada hace un año por el exmayor de los Mossos Josep Lluís Trapero, y Forn, "injustamente encarcelado".
Una vez en el acto, en una muestra de torpeza institucional, le presentó al Rey a "la mujer del conseller que está en la cárcel", en referencia a Laura Masvidal, que acudió en representación de su marido. Torra evitó ponerse junto al monarca y solicitó que la colocación de las autoridades se dividiera por administraciones -Estado, Generalitat y ayuntamiento-. Así, se situó entre el presidente del Senado, Pío García-Escudero, y el del Parlament, Roger Torrent, que también mantuvo el lazo amarillo en su solapa.
Silencios y aplausos
Más allá de las desafortunadas injerencias políticas, el acto de homenaje a las víctimas fue una sucesión de silencios de recuerdo y de aplausos espontáneos de apoyo a los familiares de las víctimas por parte de los ciudadanos que se acercaron hasta Las Ramblas y la plaza Cataluña, si bien no hubo una afluencia masiva.
En la plaza, un escenario con el lema Barcelona ciudad de paz acogió la interpretación de cuatro canciones y una lectura en todos los idiomas de las víctimas, con los familiares sentados en primera fila y las autoridades de pie a su espalda.
Asimismo, además de la ofrenda floral oficial con familiares de las víctimas en el mosaico de Miró de Las Ramblas, centenares de personas se acercaron a lo largo del día a depositar flores, velas y otros objetos de recuerdo por los 16 muertos y más de un centenar de heridos que provocaron los ataques terrotistas. También hubo actos de recuerdo por parte de comerciantes de la zona y de taxistas.