
El vaivén a cuenta del artículo 155 de la Constitución aplicado en Cataluña desde el intento de independencia ha sido esta semana el punto de unión-desunión entre el Gobierno y Ciudadanos. Albert Rivera empezó rompiendo con Mariano Rajoy y retirando su apoyo en esa Comunidad por la "dejación de funciones" del Ejecutivo por no recurrir los votos delegados de Carles Puigdemont y Toni Comín. Pero el presidente quitó hierro al asunto y aseguró que haría lo que fuera por mantener el pacto. Ahora, Rivera ha pedido prolongar en 155 aunque haya Gobierno si éste no corta de manera explícita con el procés y desde el Ejecutivo han recuperado la advertencia de que se actuará igual que hasta ahora ante cualquier intento de incumplir la ley.
Ambos mensajes llegan el día en que el presidente del Parlament, Roger Torrent, ha anunciado que la investidura del candidato Quim Torra, el elegido del expresidente catalán, tendrá su primera vuelta este sábado. En su primer discurso como candidato, ha prometido impulsar un "proceso constituyente", seguir el mandato del 1-O y mostrar obediencia al Parlament, unas declaraciones entendidas como amenaza.
Rajoy ha hablado del 155 como algo más que un artículo de la Constitución. Durante su discurso en el 150 aniversario del Diario de Cádiz lo ha descrito como "precedente" para aplicar la misma excepcionalidad si se vuelve a vulnerar la ley.
Pero Rivera ha pedido prolongar esa situación aunque haya Gobierno. Al reproche al Gobierno por no recurrir los votos delegados que dan la llave a una aprobación si la CUP se abstiene, la respuesta del portavoz Méndez de Vigo ha sido clara: no se recurre porque los servicios jurídicos lo desaconsejan. Para el líder de Ciudadanos, Puigdemont ha elegido candidato a "alguien más radical que él [...] a una persona xenófoba y radical que no respeta a la mayoría de los catalanes ni al pueblo español". "Espero que el Gobierno se guíe por el sentido común y por el bloque constitucionalista, y no por las prisas de Rajoy por los acuerdos con el PNV", ha insistido.
Las posibilidades de que la investidura de Torra salga adelante dependen sobre todo de dos factores: que el Constitucional no anule los votos delegados de Puigdemont y Comín y que la CUP no decida el domingo votar en contra en la segunda vuelta del lunes.
Si no saliera, el escenario del adelanto electoral volvería a ponerse sobre la mesa con el plazo límite para nombrar a un presidente el 22 de mayo.