
La última de las tretas nacida del cerebro de Carles Puigdemont fue la aprobación este viernes de la reforma de la Ley de Presidencia que se saltó, como viene siendo marca de la casa, todos los trámites legales, incluidos los del propio Estatut. La decisión del expresidente de enrocarse como una lapa hasta el minuto final no ha pasado desapercibida entre las fuerzas políticas. El primero en reaccionar ha sido el Gobierno, anunciando un recurso, previa consulta preceptiva al Consejo de Estado, para tirar abajo dicha reforma. El resto de formaciones no independentistas se ha pronunciado en el mismo sentido. Pero la que cobra más valor, sin duda, es la opinión del PNV, a la que ha tenido acceso elEconomista. Los nacionalistas vascos no entran a valorar la última jugada de Puigdemont. Tanto, que ni siquiera contemplan que el envite del líder de Junts per Catalunya afecte a la tramitación parlamentaria de los Presupuestos Generales del Estado, que esta próxima semana arranca con la fase de ponencias, para pasar a continuación al dictamen de la comisión y culminar el procedimiento, antes de llegar al Senado, con la votación de las enmiendas parciales entre los días 21 y 24 de mayo en el Congreso de los Diputados.
Y si indiferentes se muestran los nacionalistas vascos con la actuación del Parlament y la determinación de Roger Torrent, no más preocupados se manifiestan los independentistas catalanes. En sus círculos se habla sin tapujos de paripé. El del viernes. Porque en el fondo, se da por descontado que, a mucho tardar, a mediados de la próxima semana, Puigdemont acabará cediendo los trastos desde Europa y nombrará a un sucesor, sobre cuyo nombre se ciernen unas cuentas incógnitas, una vez sabido que Elsa Artadi no quiere ocupar la principal silla del Palacio de la Generalitat de Cataluña.
En efecto, el expresident fugado y retenido en Alemania tendrá que convencer este fin de semana a Artadi de las bondades del cargo. Murmuran antiguos convergentes que la directora de campaña, economista y doctora en Harvard no se ve en el papel, que tiene miedo porque tiene en cuenta que son muy pocos los diputados en las filas de JxC que aprueban su elección. Sea por poco querida o por poco respetada, el caso es que el nombre de Ferrán Mascarell se ha colado desde hace semanas en las primeras posiciones de la quiniela presidencialista. Procedente del PSC, incondicional de Pasquall Maragall, con quien fue concejal en Barcelona, este independentista de última hornada, declarado socialdemócrata, catalanista e independentista, podría ser el hombre de confianza que Puigdemont busca en estos momentos. Entre sus antiguos compañeros del PSC este nombre se da por hecho.
De cumplirse este pronóstico, la aplicación de la Ley de Presidencia será una quimera. Y dicen que cuenta con ello Torrent, considerando que, de no poner en funcionamiento la reforma recién aprobada con el voto de los independentistas y el voto en contra de todos los constitucionalistas, no habrá razones para que caiga sobre él el peso de la Constitución. como sí ocurrió con Carme Forcadell cuando se echó al monte y propició la Ley de desconexión en los fatídicos 6 y el 7 de septiembre de 2017.
De cualquier modo, y ante la mirada atónita del Gobierno -que no sabe si es que este hombre quiere seguir enredando, o no ve muy clara la elección de Artadi-, Puigdemont cuenta con muy poco tiempo para seguir jugando sobre el tablero del Estado español. En breve, la justicia alemana tendrá que pronunciarse. El 26 de mayo expira el plazo y la Fiscalía germana le ha dado una última oportunidad al tribunal de la región de Schleswig-Holstein para que reconsidere su decisión e incluya finalmente el controvertido delito de rebelión, por lo que en breve podría ser extraditado. Y ésta sería la gran paradoja de tan larga comedia: acabar en un furgón de policía, camino a España, mientras el resto de diputados elige al president de la Generalitat.