¿Tan mal se llevan PP y Ciudadanos? ¿Hay posibilidades objetivas de que Albert Rivera rompa su compromiso de investidura con Mariano Rajoy? ¿Seguirán desconfiando el uno del otro hasta el final de la legislatura? ¿Viven en un cese temporal de la convivencia? ¿Dónde empezó el desencuentro?
Muchos interrogantes, para ciertamente un bloqueo objetivo por parte de Ciudadanos, que tuvo su expresión plástica la semana pasada en un duro enfrentamiento en el Senado. Aunque en efecto, tampoco en aquella ocasión llegó la sangre al río. Y a tenor de los últimos movimientos es muy posible que la batalla dialéctica entre las dos fuerzas se aplaque de aquí a finales de marzo o principios de abril con un acuerdo en ciernes que está por llegar, el de los Presupuestos de 2018.
Otro cantar serán las Cuentas Públicas de 2019 en un año muy electoral, en el que se espera que aumente la crispación política hasta el punto de que la situación desemboque en unas generales, como reconocen fuentes del Partido Popular a elEconomista.
El 'efecto Arrimadas'
Lejos de ser adivinos y de reconocer la falta de química entre los dos dirigentes políticos, con la espada de Damocles blandiendo sobre la corrupción del PP, el 'efecto Arrimadas', y por tanto los buenos resultados obtenidos en las elecciones autonómicas del 21-D (36 escaños) ha sido uno de los principales detonantes de este desapego entre unos y otros, ayudado por las encuestas, que desde el mes de septiembre recoge el ascenso imparable del partido de Rivera, mientras el de Rajoy cede puntos que caen directamente a la cesta de Ciudadanos.
Paradojas aparte, ambas formaciones se necesitan, al menos por ahora. Ni a Ciudadanos le interesa forzar ahora unas elecciones generales, por el desconocimiento del coste que puede tener en las urnas una decisión como ésta, ni el PP está en condiciones de romper pactos

Así que, mientras tanto, pescando ambos de caladeros electorales muy parecidos, conscientes de que se pelean por parecidas porciones de tarta, la foto finish del momento, más que la de un divorcio parlamentario es la de un cese temporal de la confianza a la espera de que el Gobierno vuelva a llamar a la puerta de C's y le invite a subirse al carro de unos PGE cerrados en septiembre, y aparcados porque el PNV no se vio con valor para explicar a sus fieles cómo se puede criticar el 155 y comulgar con un acuerdo presupuestario del Gobierno que aplica el controvertido artículo para los nacionalistas.
Fin del cese temporal
En ese frenazo propiciado por la táctica de los nacionalistas vascos, Ciudadanos y populares han redoblado la pugna por los votos que basculan de una parroquia a otra, en función del grado de hastío y desconfianza que haya con sus dirigentes. En estos cuatro meses, los de Rivera han forzado la apuesta con asuntos de toda índole que van desde la equiparación salarial de los Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado -promesa incluida en el programa del PP-, la dimisión de la senadora Pilar Barreiro, investigada por el caso Púnica a, la errada política educativa del Gobierno en Cataluña, o las sospechas de falta de control sobre el dinero procedente del Fondo de Liquidez Autonómica, y que según el juzgado de instrucción número 13 de Barcelona, ha podido servir para financiar el procés.
Pero los tiempos de este primer 'round' PP versus Ciudadanos se agotan. La semana pasada, el ministro Montoro ha ido dejando miguitas sobre el camino que hacen intuir un inminente concierto presupuestario. Se habla de acuerdos con los funcionarios, de compromiso de equiparación salarial de las FCSE en tres años, o del bloque común que PNV, PP y Cs formaron la semana pasada en el Parlamento para votar en contra de la ley de renta mínima de los sindicatos. Un actuación, por cierto, que ha pasado desapercibida. Otra muestra en positivo de cómo en breve irá cambiando la relación de este matrimonio por conveniencia del centro-derecha-liberal y ahora también progresista es la aclaración en la Cámara del diputado de Cs, José Manuel Villegas, al ministro de Hacienda: "Si ya tienen el apoyo de PNV, nosotros se lo vamos a poner fácil".
Los pilares sobre los que se asienta esta mutua relación de intereses durarán hasta que se desvanezcan los mismos. Pasado el verano y el techo de gasto, las espadas volverán en alto, esta vez para el último 'round', posiblemente para elegir nuevo presidente.