Se ha acusado al juez instructor de la causa contra el 'procés' en el Supremo, Pablo Llarena, de rechazar la reactivación de la euroorden contra Carles Puigdemont -aprovechando su viaje a Dinamarca- no en base a argumentos jurídicos sino políticos. Recordemos que el magistrado justificó su decisión en que el 'expresident' buscaba su propia detención para utilizarla para justificar su ausencia en su investidura y forzar la delegación de su voto.
No puede negarse que la decisión del juez incide directamente en el devenir político catalán, pero eso no quiere decir, en absoluto, que su objetivo sea extrajudicial y quiera interferir en la conformación del nuevo 'Govern'. Lo que pretende Llarena es, por un lado, garantizar el buen fin de la instrucción que dirige y, por otro, evitar que Puigdemont se sitúe en una situación que le facilite la reincidencia delictiva -recordemos que el 'expresident' no ha rebajado un ápice el grado de su desafío a la ley y la Constitución-. Ambos fines son legítimos y exigibles a un magistrado instructor, siempre y cuando los persiga con respeto a la ley y los procedimientos.
El juez es consciente de que si Puigdemont quiere ser 'president', tiene que volver a España en los próximos días. Al no dictar la euroorden -cuya tramitación puede dilatarse dos meses-, arrebata al líder de JxCAT la 'excusa' de no haber podido volver por estar inmerso en un procedimiento judicial y mantiene abierta la posibilidad -mucho más eficaz- de detenerlo en España. Además, también evita una posible limitación por parte de la Justicia belga de los delitos por los que pudiera juzgarse al 'expresident' en nuestro país.
Sin impedimento judicial, la única razón por la que Puigdemont no asiste a su investidura sigue siendo su propia decisión. Ello desactiva que JxCAT pueda reclamar si cabe en el Reglamento un debate no presencial dado que el candidato no puede asistir al Pleno por una causa de fuerza mayor -los tribunales se lo impiden-. Si la Mesa admitiera esa alegación, el resultado sería que el juez ha puesto en bandeja volver a acceder a la presidencia y, en consecuencia, la posibilidad de reincidir.