Política

Moscú, el actor de referencia para pilotar el futuro de Siria

  • Rusia sostiene a Al Asad mientras incrementa su presencia militar
Putin y Al Asad. Foto: Reuters

Con pragmatismo, el Kremlin ha sacado sus conclusiones de los conflictos en Oriente Próximo y Medio. De igual modo ha sacado sus conclusiones de las intervenciones militares de Occidente en los últimos años. Con un pragmatismo realista ha aplicado las lecciones aprendidas en Siria. Nunca consideró la rebelión como una manifestación de la Primavera Árabe y el presagio de un nuevo orden democrático. Lo entendió, desde un comienzo, como parte de una amplia marea de inestabilidad en la región que amenazaba con traspasar las fronteras rusas.

Moscú mantuvo el respaldo a su viejo aliado, el presidente Bachar Al Asad. El poder aéreo ruso, sus fuerzas especiales y su ventaja material dieron un apoyo decisivo al dictador, cuyas fuerzas se desmoronaban. Los aliados de Irán, caso de Hezbolá y otras milicias chiíes, aportaron los soldados sobre el terreno.

Rusia ha mostrado ser un aliado fiable para Damasco. Sus efectivos militares han sido capaces de organizar y llevar a efecto una compleja operación expedicionaria. Vladimir Putin ha podido disponer de un escaparate para exponer los más modernos sistemas de armamento ruso.

El régimen y sus aliados han recuperado todos los centros principales de población de Siria. Las fuerzas rebeldes han sido derrotadas. Aunque seguirán dando problemas a Asad. La oposición está ampliamente desmantelada. El autodenominado Estado Islámico ha sido destruido en extensas zonas del país.

La "victoria" de Rusia se ha alcanzado mediante el ejercicio de la realpolitik. Se alineó con un régimen acusado por muchos de cometer crímenes de guerra. Algo que no ha preocupado a Putin. Ha protegido a Asad de las denuncias fundadas de haber usado gas sarín y otras armas químicas prohibidas.

La misma campaña aérea rusa ha usado de manera indiscriminada bombas y misiles. EEUU y sus aliados han tendido a usar armamento de alta precisión en sus operaciones en Irak y Siria. Las fuerzas aéreas occidentales, conscientes de la opinión pública en sus propios países, hacen todo lo posible por minimizar las bajas civiles. Esto, por supuesto no significa que esas armas no matan también a muchos civiles inocentes.

Los mandos rusos no se ven tan limitados por ese tipo de restricciones. El resultado es que Putin ha alcanzado el éxito en Siria con pocas bajas rusas y un limitado despliegue.

Influencia diplomática

Después de imponer la victoria militar, la pregunta es si Rusia será capaz de "ganar" la paz. Conviene destacar su actual influencia diplomática. Rusia se ha convertido en una fuerza al alza frente a los incoherentes esfuerzos diplomáticos del equipo de Donald Trump, sin política coherente sobre Siria.

Hay que añadir el hecho de que algunos aliados tradicionales de Washington, como Turquía, desde hace tiempo reclamando la destitución de Asad, opta por asegurar sus propios intereses estratégicos. Y para Ankara esto se traduce en prevenir la emergencia de una entidad autónoma kurda. Un aliciente más para pactar con Moscú y Teherán.

Por el contrario, la estrategia estadounidense ha sido armar a los combatientes kurdos. Les ha ayudado a tomar el control de la mayoría de los campos de gas y petróleo de Siria. La consecuencia para Damasco será pasar un periodo de reconstrucción mucho más duro lo que a su vez limitará el triunfo de Rusia e Irán en la región. Así, a nivel estratégico, al elegir alinearse con los kurdos, Washington se sigue alejando de Turquía, Siria e Irak.

La "victoria" de Rusia dista mucho de ser completa. Y eso es así porque los verdaderos planes de Moscú para el futuro de Siria no están nada claros.

En su reciente encuentro en Sochi los aliados Asad y Putin coincidieron en que la fase militar prácticamente había concluido. El dictador sirio espera el apoyo de Rusia para empezar a diseñar la hoja de ruta política para Siria tras casi siete años de guerra. En otras palabras: que Moscú debe garantizar que actores externos no interfieran en el proceso político.

Quedan muchos interrogantes. El régimen no tiene los medios humanos suficientes para mantener el control de las zonas que ha recuperado. Por lo pronto, Rusia incrementará su presencia en Siria. Las milicias chiíes y Hezbolá también parecen dispuestas a quedarse. ¿Servirán a los intereses de Siria o, más bien, a los de Irán?

Por su parte, Israel presiona a Rusia para rebajar la influencia de Irán en Siria. Desde luego, la fuerza diplomática de Tel Aviv en el Kremlin no es fuerte. Pero sí tiene la capacidad militar para influir en el desarrollo de los acontecimientos en Siria si se siente amenazada.

Lo único claro en el incipiente proceso de paz es que es el presidente ruso, Vladimir Putin, quien tiene la sartén por el mango.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky