
Las entidades independentistas Assemblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural llamaron ayer a la desobediencia civil para votar en el referéndum ilegal del 1 de octubre y dar legitimidad así a las actuaciones del Govern y el Parlament que han llevado a sus representantes a ser encausados por la justicia.
Con motivo de la manifestación independentista convocada ayer por las entidades soberanistas en Barcelona, el presidente de la ANC, Jordi Sánchez, habló de "insumisión" a "los tribunales y a las leyes que solo buscan preservar la unidad de la patria", y animó: "El 1 de octubre votemos, ganemos y vayámonos".
El presidente de Òmnium, Jordi Cuixart, instó a no atender a los discursos del miedo y las amenazas y aseguró: "Ellos -en referencia a las autoridades españolas- ya no tienen ninguna autoridad sobre el pueblo de Cataluña, porque sus tribunales han dejado de defender los intereses del conjunto del pueblo de Cataluña, y es por eso que no los reconocemos".
Este apoyo se produjo un día después de que el propio Carles Puigdemont señalara que no aceptaría una inhabilitación de ninguna institución que no fuera el Parlamento catalán, en un claro desafío a las medidas que el Tribunal Constitucional o la justicia española puedan emprender contra él por el referéndum.
Al acto independentista, además de Puigdemont, también acudieron la mayoría de miembros del Govern, como el vicepresidente, Oriol Junqueras; el portavoz y conseller de Presidencia, Jordi Turull; el de Justicia, Carles Mundó, y el de Exteriores, Raül Romeva, entre otros. Tampoco faltó la presidenta del Parlament y exlíder de la ANC, Carme Forcadell. Entre los ausentes, se destacó Ada Colau, que sí asistió en 2016 y que está señalada por no ceder locales para el referéndum.
Recuentos dispares
La manifestación contaba con más de 450.000 inscritos, si bien la Guardia Urbana cifró la afluencia en alrededor de un millón de personas, mientras que la Delegación del Gobierno en Cataluña calculó 350.000 asistentes en base a las imágenes aéreas. La diferencia en los números hace patente el alejamiento político, con una desviación de cálculo mayor que en la Diada de 2016, cuando la Guardia Urbana contabilizó 810.000 personas y la delegación del Gobierno 370.000.
En cualquier caso, la participación quedó muy lejos de la de la Diada de 2014, previa a la consulta del 9-N, cuando se manifestaron por el derecho a decidir, mientras que este año era una proclama a favor de la independencia y de votar 'sí' el 1-O. En 2014, la afluencia osciló entre los 1,8 millones de personas que anunció la Guardia Urbana y las 520.000 que contabilizó la Delegación del Gobierno.
Minuto de silencio
La concentración fue precedida por un minuto de silencio en memoria de las víctimas de los atentados yihadistas del 17 de agosto en Las Ramblas de Barcelona y Cambrils (Tarragona), que finalizó con aplausos y con el himno catalán de Els segadors. Esa Diada, la multitud formó un signo de suma 'por la democracia y la libertad' a lo largo del Paseo de Gracia y su cruce con la calle Aragón de la capital catalana.
No había una pancarta de cabecera, sino cuatro lonas gigantes que salieron de cada extremo de la cruz y fueron avanzando por encima de los manifestantes hasta unirse en el vértice central. Las dos laterales eran a favor del 'sí' en el referéndum del 1 de octubre, mientras que desde Diagonal bajó una pancarta con una urna y el texto 'Referéndum es democracia'. Desde plaza Cataluña subió una lona con una paloma blanca y las palabras 'Paz y libertad'.
Como en los últimos años -las entidades independentistas llevan seis Diadas convocando acciones en favor de la secesión-, la puesta en escena empezó a las 17:14 horas -en referencia al año en que Barcelona cayó derrotada en la Guerra de Sucesión-, pero este año destacó el hecho de que casi no se vieron banderas catalanas, sino un dominio casi total de las esteladas, la bandera independentista. Durante la tarde se repitió el grito de 'votaremos', que también recogían algunas pancartas caseras de asistentes. La CUP organización una manifestación propia junto con Arran.
Llamamiento internacional
Puigdemont afirmó en un encuentro con prensa internacional por la mañana y tras la manifestación de la tarde que "hasta el último minuto" estarán abiertos a un referéndum acordado con el Estado, aunque dudó de que sea posible dadas las querellas y los registros de la Guardia Civil para impedir el 1-O.
Defendió la legitimidad del referéndum ilegal porque la participación de las elecciones autonómicas de 2015 fue la más alta de la democracia en Cataluña, y de esos comicios surgió "una mayoría clara a favor de la independencia". Por ello, dejó claro que no van a cesar en su determinación de celebrar un referéndum el 1 de octubre si no es posible un acuerdo con el Ejecutivo español: "Deberemos hacerlo a través de los recursos que ya tenemos".
Las entidades soberanistas también quisieron hacer un llamamiento a la comunidad internacional, desplegando unas pancartas en el acto posterior a la manifestación, en la plaza Cataluña. Como presentación de la campaña que harán hasta el 1 de octubre, cuatro grúas alzaron los mensajes Hola nuevo país, Hola república, Hola Europa y Hola mundo. El actor y copresentador de los actos de plaza Cataluña Quim Masferrer clamó: "De aquí a 20 días saldremos a la calle en forma de república".
El impulsor de Wikileaks, Julian Assange, alertó en Twitter que si ayer era una guía, el 1 de octubre "nacerá un nuevo país de 7,5 millones de personas o una guerra civil".