
La moción de censura de Podemos de este martes 13 de junio nació fallida desde el minuto cero. Aún sabiéndolo, la formación que dirige Pablo Iglesias se ha resitido a corregir el rumbo ante la notable falta de apoyos. En su origen, la moción contra Rajoy emergía a las puertas de un congreso socialista del que saldría elegido, antes del debate en el Parlamento, un nuevo secretario. Entonces, y según las primeras quinielas, Susana Díaz parecía la favorita. Pero el destino cruzó la suerte de la andaluza y Pedro Sánchez se empoderó de nuevo de su partido.
En ese momento, la moción se tornó complicada. El principal rédito se había evaporado. El deseo de poner contra las cuerdas a la presidenta y de forzarla a retratarse ante el votante de izquierdas no tenía excusa. Pedro Sánchez también se negó a una propuesta alternativa, y mañana se abstendrá.
En esta cerrazón podemita, incluso Compromís llegó a cuestionar la conveniencia de seguir adelante con una iniciativa que no persuade ni al conjunto de las fuerzas de izquierda ni a la mayoría de los nacionalistas, y por tanto parte ya de un sonoro fracaso.
El área dura de Podemos se justifica argumentando que más de la mitad de los españoles sostiene esta moción, de la que queda por descubrir el misterioso aliento de una sociedad civil que no acaba por concretarse a las puertas del debate.
El Parlamento español ha celebrado dos mociones de censura en el último periodo de la democracia. La primera de ellas vino de la mano del Partido Socialista. Un joven Felipe González plantaba cara en mayo de 1980 al Gobierno de Adolfo Suárez. Entonces, Alfonso Guerra se encargó de defender el programa del efervescente PSOE. Al otro lado, Rafael Arias Salgado mantenía al presidente Suárez. En aquella ocasión, UCD consiguió salvar los trastos. Eso sí, con un exiguo resultado: 152 votos a favor de la moción, frente a 166 votos en contra.
La segunda moción fue en marzo de 1987. Alianza Popular se atrevió a toserle al moderno presidente socialista Felipe González. El dirigente andaluz apenas llevaba un año en el Gobierno, y el nuevo secretario de Alianza Popular, apenas un mes. Con un inconveniente añadido, Antonio Hernández Mancha no tenía escaño en el Congreso. Así que ésta era una buena manera de darse a conocer. Ahora bien, el error de cálculo fue contundente. Hernández Macha solo aglutinó 62 votos a favor de la moción contra González, frente a 195 en contra.
Este martes, Podemos llega a su particular censura con un caudal de votos perdido. La estrategia de no entrar en un hipotético Gobierno de Sánchez tuvo su traducción en las urnas. Según informes elaborados por Podemos, la sangría puede llegar hoy al millón y medio de votos. Una realidad que constatan trabajos demoscópicos. El último CIS da fe de ese cambio de tendencia, y los sondeos más recientes hablan de un pérdida de hasta 20 escaños.