
Las consultas a las bases las carga el diablo. Que se lo digan al PSOE cuando hace veinte años eligió a un candidato a las elecciones que no era el líder del partido, o al expresident Artur Mas cuando las CUP votaron sobre apoyar su investidura o no y empataron. Tienen, ya se sabe, el riesgo de que salga cualquier cosa, incluso alguna inesperada.
Cierto es que Podemos está siendo un partido acostumbrado a ciertas unanimidades (primero Iglesias, luego Echenique) que cuesta saber si son buenas (por aquello de la ilusión) o malas (por aquello de la ortodoxia). Pero preguntar a las bases siempre es complicado.
Ahora resulta que se han roto las negociaciones para formar gobierno entre Podemos y la dupla PSOE-Ciudadanos, cosa poco sorprendente teniendo en cuenta que naranja y el rojo más clásico no combinan con el morado. Tras constatar que no habrá acuerdo, Iglesias anunciaba que dejará en manos de las bases si apoyan o no la formación de ese gobierno en el que ellos no participarán.
La clave está en lo que se pregunta, porque dentro de este interminable proceso para elegir gobierno ya hay una experiencia previa más bien poco concluyente: los militantes socialistas fueron preguntados de aquella manera si les parecía bien que Sánchez negociara con Ciudadanos, pero la pregunta era tan amplia que no entraba a concretar en qué términos o de qué manera.
Así las cosas, las bases de Podemos decidirán si gobierna Sánchez con Rivera o hay nuevas elecciones en el que parece el primer capítulo de otros tantos que tiene la formación en su mano para revolucionar la política española (ya llegarán Euskadi, Cataluña y Galicia).
Sin embargo, esta consulta puede ser el penúltimo movimiento inteligente de Iglesias: una apuesta ganadora salga lo que salga.
Lo que todos esperan
Lo que a priori parece más probable es que la militancia de Podemos diga 'no' a apoyar en forma alguna dicho Gobierno. Ideológicamente sería lo más previsible, aunque empujaría al país a unas nuevas elecciones si no hay sorpresa final en forma de gran coalición o abstención del PP-. El PSOE seguiría culpándoles (aunque ya lleva semanas) de impedir el desalojo 'popular' de Moncloa, y Ciudadanos quedaría como la única formación 'nueva' con cierto sentido de Estado.
Los sondeos dicen que una repetición de elecciones en verano, además- haría crecer la abstención, movilizaría a cierto votante desencantado del PP para que volviera al redil y, a la vez, haría que Ciudadanos ganara el empuje que Podemos perdería. Claro que los sondeos ya decían eso y se equivocaron de medio a medio, porque los de Pablo Iglesias estuvieron a punto de adelantar al peor PSOE de la democracia.
Otros cálculos políticos auguran que Susana Díaz se alzaría desde la sombra para apartar a Pedro Sánchez, o que Podemos sería capaz de salvar sus discrepancias internas para cohesionarse y dar el asalto definitivo al 'sorpasso', contando con que el acuerdo con Ciudadanos desmovilizaría el voto izquierdista del PSOE.
Pasara lo que pasara, sería la opción de la militancia. Y cabe esperar que si los militantes deciden repetir elecciones serán consecuentes y volverán a votar a su partido.
La sorpresa estratégica
Cabe otra posibilidad, a priori más sorprendente y paradójicamente más beneficiosa para Podemos: que las bases de la formación deciden posibilitar un Gobierno de Sánchez y Rivera. Sería muy improbable que de la hipotética pregunta saliera un apoyo explícito a votar a favor, pero la cuestión es que para que ese Ejecutivo sea posible bastaría con la abstención de los morados. Y esa es un arma poderosa.
Para empezar porque desactivarían las críticas de PSOE y Ciudadanos contra ellos y podrían escudarse en el sentido de Estado aplicado para desbloquear la situación.
Para seguir, porque posibilitarían que el PP saliera de Moncloa, lo cual tendría una consecuencia inmediata: el partido tendría que reorganizarse preparando la sucesión de Rajoy. Aunque se trate de una formación disciplinada y poco dada a las sorpresas, hay mimbres para augurar que ese proceso no sería ni rápido ni pacífico gracias al daño que han causado los casos de corrupción y las discrepancias internas afloradas en los últimos años: por un lado el bando ortodoxo -Aguirre, Aznar, Mayor Oreja, Álvarez de Toledo-, por otro los nuevos secretarios más jóvenes -Casado, Maroto, Levy- y en primera plana la guerra entre 'lideresas' de Cospedal y Sáenz de Santamaría.
Todo eso empujaría a un escenario en el que, aunque el PP tenga más peso en el Congreso y mayoría absoluta en el Senado-, Podemos podría convertirse en la llave de todo. Sería a todos los efectos la fuerza de la oposición, con capacidad de apoyar o tumbar cualquier medida en cuyo caso el hipotético Gobierno tendría que buscar el apoyo del PP-.
Esa posibilidad abre otras tres consecuencias positivas. La primera, que no es baladí, dar más tiempo a la formación para asentarse, cerrar heridas internas y ganar el impulso necesario para en las siguientes elecciones asaltar el poder desde la comodidad de la oposición. La segunda, no tener que enfrentarse desde el Gobierno a los problemas que ya pasó Syriza, porque los ajustes del déficit y las políticas de la UE están esperando a que se forme Ejecutivo para ponerse en marcha. La tercera: ellos decidirán cuándo hay nuevas elecciones, porque un gobierno tan frágil como ese podría tumbarse con una moción de censura o con un bloqueo institucional en cuanto ellos quisieran.
A todo lo anterior hay que añadirle una ventaja más: no enfrentarse a la aparente contradicción ideológica de ser de izquierdas y apoyarse en una formación de corte liberal y conservador como es Ciudadanos. Y esa máxima, bien trabajada desde la oposición, puede servir para drenar votos a un PSOE expuesto y cautivo para mantener la Moncloa.
Además, en el peor de los casos, como en la opción anterior, la decisión vendría tras escuchar a la voz de la militancia, así que no hay peligro de que salpique a los dirigentes de la formación: 'vosotros lo votasteis, nosotros lo hicimos'.
Ahora sólo falta saber si serán lo suficientemente pragmáticos como para poner en marcha una abstención estratégica que les dé mayores réditos políticos a medio plazo.