Política

Diez cosas que pasarán tras el 20D

Los cuatro candidatos a la Moncloa. Imagen: EFE

Cuatro años y un mes después de que Mariano Rajoy consiguiera ganar por mayoría absoluta se celebrarán otras elecciones que, si se cumplen los sondeos, podrían desalojarle de la Moncloa. De confirmarse, no sería la primera vez que un partido pasa de la mayoría absoluta a la oposición (ya le sucedió al anterior gobierno del PP), pero sí se trataría del primer presidente electo que sólo gobierna una legislatura.

Cuando apenas quedan dos meses para la cita hay más dudas que certezas: el aparente deshinchamiento de Podemos, la falta de acuerdos en los grupos de izquierdas, las dudas sobre el futuro del proceso catalán, el subidón de Ciudadanos y la posibilidad de que el bipartidismo sea la opción 'útil' elegida por muchos votantes desdibujan un panorama poco claro.

A tenor de cómo se conjuguen todos esos elementos el devenir del 20D tomará un derrotero u otro. Y, con él, un montón de cosas que vendrán detrás en una de las legislaturas más movidas de la democracia.

Posibilidad 1: Gobierna el PP

Según los sondeos la opción más posible es que gane el PP, pero en ningún caso con mayoría absoluta. Se espera un Parlamento muy fragmentado, quizá no porque haya más fuerzas políticas de las actuales, sino porque habría más fuerzas importantes. Al menos cuatro, contando con PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos.

Si fuera imposible alcanzar acuerdos mínimamente estables podría darse un gobierno del PP en minoría que trajera consigo una legislatura con muchos bloqueos, mucha necesidad de acuerdos... y posiblemente muy corta

Hay otras opciones de gobierno para el PP: sumar fuerzas con Ciudadanos, que ya ha dicho que en principio no permitiría una investidura de Rajoy, o sumar fuerzas con el PSOE en la tan cacareada gran alianza que ha ido perdiendo fuelle a medida que el bipartidismo ha ido recuperando el aliento.

Posibilidad 2: Gobierna el PSOE

La política está tan revuelta en los últimos años en España que, más que quién gana, casi es más importante quién queda segundo. Lo más probable es que esa segunda fuerza sea el PSOE, que fruto de la fragmentación del Congreso podría romper su suelo histórico de 110 diputados actuales y que -paradójicamente- celebraran tan infausto registro como una victoria.

A priori lo más probable a la hora de pactar sería que el PSOE mirara en su entorno inmediato. Podría ser hacia la izquierda, bien con Podemos o bien con la supuesta convergencia de izquierdas , siendo ambas posibilidades improbables por el tono y los mensajes que Pedro Sánchez ha ido adoptando.

Hay otra opción que estaría sujeta a las matemáticas variables en otras dos regiones: retomar la fórmula de coaligarse con el nacionalismo moderado. Así, pactar con PNV y Unió en Cataluña podría darle apoyos en Madrid y, a la vez, caballos de Troya de cara a futuros problemas nacionalistas. Ahora bien, el hecho de que Unió haya desaparecido del Parlament catalán hacen más difícil un acuerdo que nacería ya desequilibrado.

La tercera opción sería que el PSOE gobernara con Ciudadanos, lo cual dejaría un gobierno de centro-izquierda moderada en Madrid... y un buen número de interrogantes fuera. Por ejemplo, cuál iba a ser el modelo de Estado en adelante, si la apuesta federal que los socialistas llevan enarbolando desde hace años o la visión unitaria y antinacionalista de Ciudadanos. El acuerdo funciona en Andalucía sosteniendo a la poderosa presidenta socialista en la Junta, pero al mismo tiempo sostiene a Cifuentes en Madrid. Esa bicefalia podría acabar por amenazar la emergencia de Ciudadanos.

Posibilidad 3: Gobierna uno de los emergentes

Hace unos meses que pudiera gobernar Podemos era algo factible. Ahora algunos sondeos colocan a Ciudadanos en pista de despegue hacia la Moncloa. Las encuestas suelen ir a saltos, impulsadas por estados de opinión particulares que desdibujan las evoluciones a medio plazo, por lo que parece improbable ninguna de ambas posibilidades.

En el caso de Podemos la única posibilidad, a causa de la radical incompatibilidad de sus políticas con las de PP o PSOE, sería pactar con la convergencia de izquierdas. Es decir, cerrar a posteriori lo que no han sabido cerrar a priori. Dos claves dificultan la posibilidad: primero, la inestabilidad interna de dos conglomerados políticos que han reproducido el culebrón UPyD-Ciudadanos a la izquierda; segundo, que parece improbable que por separado puedan reunir escaños suficientes para sumar una opción mayoritaria.

La última posibilidad sería que PP o PSOE se vieran obligados a ceder el gobierno a la fuerza en la que se apoyaran para estar en la Moncloa a cambio de asientos en el Consejo de Ministros. Es un modelo complicado, pero es el que el presidente cántabro ha cosechado desde hace mucho tiempo.

Según cuál de todas las posibilidades se concrete, habrá otros aspectos territoriales que podrán tomar uno u otro rumbo.

Territorio 1: El 'procés' catalán

La primera cuestión será saber si gobierna Artur Mas, previsiblemente sin el apoyo de las CUP y, por tanto en minoría, o no. Si el actual president cediera su puesto a Junqueras o Romeva y cosecharan el apoyo de la formación de Antonio Baños se pondría punto y ¿final? a la carrera política del padre del 'procés' y obligaría a Convergència a afrontar su situación. Pero a la vez relanzaría el proceso soberanista, cuyo futuro dependería también de quién ocupara la Moncloa: un Ejecutivo de Podemos deshincharía más fácilmente la pulsión soberanista de lo que lo haría otro del PP.

Así otro gobierno del PP implicaría un encastillamiento en las posiciones, igual que un gobierno del PSOE con Ciudadanos. Sin embargo, un gobierno del PSOE con PNV y Unió podría abrir la posibilidad de una vía de encuentro desde el nacionalismo moderado y controlado.

Territorio 2: Las elecciones gallegas

Galicia es quizá el primer territorio en el que se visibilizó la irrupción de una nueva izquierda. Hace tres años, cuando los últimos comicios, disidentes nacionalistas del BNG junto con militantes de izquierdas y ecologistas formaron un polo que logró impulsarse hasta ser la tercera fuerza del Parlamento.

Cuatro años después habrá dos variables que añadir al tablero, además del desgaste que ha sufrido dicho polo: el éxito de las candidaturas populares en capitales como A Coruña o Santiago y la posibilidad de que el presidente gallego pusiera rumbo a Madrid en caso de que Rajoy fuera derrotado y dimitiera.

Todo eso dibuja un panorama en el que el PP difícilmente conservaría la mayoría, aunque también sería difícil que surgiera una candidatura alternativa. Si, además, la cabeza visible de los populares gallegos juega la baza de ser uno de los valores jóvenes en alza de la formación a nivel nacional y decide emigrar, el panorama puede ser desalentador para los conservadores en una de sus regiones más clásicas.

Territorio 3: Las elecciones vascas

La de Urkullu en Euskadi ha sido una legislatura muy equiparable a la de Rajoy en la Moncloa: de perfil bajo, casi por inercia... y sin que eso sea algo necesariamente malo a nivel político.

En una región donde el marco del debate político no es tanto izquierda-derecha como nacionalista-unionista, habrá que ver si el PNV consigue aumentar su ratio de apoyos o no, y ver cuál de las dos izquierdas aprovecha la situación, la abertzale o la cercana a IU y Podemos.

De la misma forma que Galicia fue la primera región en ver un polo izquierdista alternativo, Euskadi fue la primera donde IU se partió en facciones. De la capacidad de las fuerzas de izquierda para entenderse dependerá en buena medida el futuro político de la región, con un PNV en el gobierno o alguna alternativa más abertzale.

Con el panorama nacional y el autonómico más o menos definido, llegará (crisis mediante) el momento de afrontar algunas cuestiones que el país ha ido postergando hasta la fecha.

Cuestión 1: modelo territorial

Entre las cuatro grandes fuerzas nacionales han surgido varias visiones al respecto. Desde la perspectiva centralista del PP al unionismo no centralista de Ciudadanos, pasando por el federalismo tímido del PSOE o el apoyo al derecho a decidir de Podemos. Quién gobierne -y de qué manera lo haga- inclinará la balanza (o la dejará tal como está)

Cuestión 2: Senado

La Cámara Alta lleva tiempo siendo una patata caliente. Casi cuatro décadas después: tras varias declaraciones de intenciones de convertirla en una Cámara de representación autonómica, finalmente ha habido voces que han pedido su cierre.

Efectivamente, tal y como es el proceso legislativo en España, el Senado es prescindible. Otra cosa es que se pongan de acuerdo para cambiarlo... aunque si una de las cuestiones en liza es cómo definir al país (federalismo, unionismo o nacionalismo), el papel del Senado como Cámara de Cámaras podría ser un buen principio en el que encontrar acuerdos.

Cuestión 3: Debate Constitucional

Aunque ya casi se ha olvidado, varios candidatos valoraron la posibilidad de remodelar la Constitución con acuerdo. Lo que no está tan consensuado es qué cambiar y en qué sentido. Hasta ahora sólo hemos tocado nuestra Carta Magna dos veces -la última de infausto recuerdo, con lo del techo de endeudamiento para esquivar el rescate-. Del equilibrio de mayorías dependerá que se haga y en qué se haga.

Cuestión 4: Debate Estatutario

Una de las vías de solución del 'procés' sería -según declaraciones de uno de los líderes de Junts pel Sí- retomar el texto original del Estatut que bendijo Zapatero años atrás. Aquella modificación trajo consigo una cascada de actualizaciones de los estatutos autonómicos nacionales y, a la vez, una importante polvareda política.

¿Se podría reconducir el 'procés' con un Estatut sin recortes y reformulado? ¿Tendría eso efecto en otras regiones? ¿Habría que optar hacia modelos más abiertos ante posibles reformas en profundidad en el Estado en el futuro?

Hasta aquí las previsiones.

Y todo eso sin contar con lo externo, que puede condicionar enormemente lo que pase en cualquiera de esos frentes: el final de ETA, la inmigración, la recuperación económica o el desempleo. La legislatura será movida, y no sólo (o no directamente) porque haya fragmentación, sino porque se redistribuirán los equilibrios parlamentarios.

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