
En cuanto se conoció la sorprendente decisión de Pedro Sánchez de expulsar a Tomás Gómez del liderazgo del PSM y poner a una gestora a dirigir a la poderosa federación madrileña muchos dijeron que se veía venir. Y aunque suene ventajista es cierto. Más que eso: no es que se viera venir, es que ya había pasado antes. El PSOE elegirá 'a dedo' al candidato por falta de tiempo
Era 18 de octubre de 2007, hace casi diez años. El entonces líder del PSPV, Joan Ignasi Pla, encadenaba varios resultados electorales decepcionantes: el PP era una apisonadora en la Comunidad Valenciana y los socialistas, además de estar mermados en las instituciones, vivían una permanente guerra de guerrillas entre familias en una permanente cena de Navidad.
Zapatero, que no sólo era el secretario general de la formación, sino que además era el presidente del Gobierno, había intentado descabalgar a Pla, pero sin éxito. Lo curioso es que Pla no era políticamente relevante: la Comunidad Valenciana tenía peso específico en el PSOE por número de militantes, pero distaba mucho de ser un granero de votos interesante para la formación nacional. De hecho, más bien al contrario: el PSPV era un agujero negro por el que se desangraba gran parte del potencial socialista.
Sólo hubo una manera de echar a Pla: haciendo que dimitiera. La Cadena SER hizo pública una información acerca de una supuesta reforma irregular de un domicilio particular del líder socialista valenciano, información que fue replicada en todos los medios del Grupo PRISA con sonora insistencia hasta que, finalmente, Pla dimitió. Si hubo o no relación entre los deseos de Ferraz de que Pla se fuera y la oportuna publicación de dichas informaciones es algo difícilmente demostrable, más allá de la cercanía entre ambos actores de la historia y de las acusaciones del defenestrado Pla, que hablaba de una campaña de acoso y derribo por parte de un destacado grupo político.
Tras la salida de Pla el PSOE envió al exministro Jordi Sevilla, nacido en Castellón, para intentar 'reformar' el PSPV. El primer -y aparentemente inofensivo- paso fue tratar de conciliar a las familias de la formación y abordar el cambio de nombre: del Partit Socialista del País Valencià ("Partido Socialista del País Valenciano") a algo a imagen y semejanza de Cataluña, que entonces era un enorme granero de votos: el Partit dels Socialistes Valencians. Ni eso fue capaz de cambiar, y Sevilla acabó anunciando en su blog que tiraba la toalla, que era demasiado complicado mover según qué resortes.
De Pla ya nadie se acuerda, y el PSPV sigue siendo la misma jaula de grillos que a duras penas ha estado en posición de tomar la iniciativa cuando el PP regional se ha derrumbado a causa de los flagrantes casos de corrupción que han asolado la Comunidad Valenciana. Sólo la debacle popular ha devuelto a los socialistas a la posición de ventaja electoral, algo de lo que no podrá disfrutar en ningún caso sin el apoyo de la Izquierda Unida valenciana y la coalición Compromís, dibujando un más que probable tripartito que logre doblegar a un PP que, pese a todo, se espera que vuelva a ganar, aunque esta vez sin mayoría.
Tomás Gómez y la expulsión 'a la valenciana'
El modus operandi de lo sucedido con Tomás Gómez recuerda en muchas cosas a aquella operación. Cambién la SER por El País y la reforma de la casa por el tranvía de Parla y listo. Solo que con una diferencia: el poder de la federación socialista madrileña es mayor que el de la valenciana.
De hecho, la publicación por parte de El País de una encuesta ilustrando un repunte socialista en intención de voto apenas unas horas después de la salida de Gómez se ha interpretado como una toma de posición del grupo mediático, igual que con Pla se entendió la acción de la SER. El propio Gómez ha insinuado que su caída ha tenido mucho que ver con una supuesta voluntad del diario.
Como con Pla, motivos para prescindir de Gómez no faltaban: la evolución de los resultados electorales de Gómez ha sido catastrófica. En el gráfico sólo en las últimas elecciones, las peores para los socialistas, estaba como cabeza de lista.
Pero no se puede descuidar que los resultados del PSOE general en esos mismos años tampoco han sido precisamente mejores. Dicho de otra forma: es difícil separar cuánto influye lo uno en lo otro, o al revés.
En el siguiente gráfico se ven los resultados de generales y europeas desdoblados: la barra negra es para el porcentaje de voto socialista en el conjunto del país y la barra roja (siempre menor desde 2004) es para el porcentaje de voto socialista en esas elecciones en la Comunidad de Madrid. Como en el anterior, sólo los últimos resultados, los peores, se dan con Gómez como secretario general
En el siguiente gráfico se ven los resultados de generales y europeas desdoblados: la barra negra es para el porcentaje de voto socialista en el conjunto del país y la barra roja (siempre menor desde 2004) es para el porcentaje de voto socialista en esas elecciones en la Comunidad de Madrid. Como en el anterior, sólo los últimos resultados, los peores, se dan con Gómez como secretario general
Lo que sí es mérito propio es la capacidad de Gómez de soliviantar a todos los secretarios generales socialistas con los que ha topado. Se negó a poner a Trinidad
Jiménez como candidata y a acomodar a los fieles a Lisaavetzky en sus listas, como le pidió Zapatero, y también se negó a apoyar a Rubalcaba en las primarias contra Carme Chacón, por quien finalmente apostó, además de desafiarle después renunciando a su acta de senador para mostrar su desacuerdo con una decisión.
La relación con Pedro Sánchez tampoco era buena: Gómez le dejó de lado cuando éste era aún un desconocido integrado en el equipo de la exministra de Exteriores. Sin embargo, sí hay algo distinto esta vez: Gómez sí apoyó a Sánchez frente a Madina en las recientes primarias. Y justo cuando va y le da por ponerse del lado de su jefe va y le tiran.
Si los malos resultados electorales y su mala relación con sus tres últimos jefes no bastaran, tampoco es que la historia del PSM ayude a buscar la conciliación. Desde las múltiples peleas con su fundador, Pablo Iglesias, hasta la unificación en falso de varios partidos que conformaron el actual PSM, pasando por el ?tamayazo? que dio el gobierno regional al PP o la gestora que ya tuvo que hacerse cargo de la formación tras la salida de Simancas: los socialistas madrileños han sido siempre su peor enemigo.
Un mensaje para el PSOE
La cuestión es saber ahora dos cosas: quién toma esta decisión y por qué lo hace y, quizá consecuencia de lo primero, qué pasará.
El liderazgo de Pedro Sánchez dentro del PSOE ha estado discutido desde el principio, dado que su victoria debe mucho a que fue la poderosa Susana Díaz la que le brindó el apoyo de la gigantesca federación andaluza para conseguirlo a costa de ?según sus críticos- una notoria influencia en Ferraz ¿Es, por tanto, la expulsión de Gómez voluntad de Madrid o de Andalucía? ¿Responde a la necesidad de buscar un candidato mejor, de adelantarse a una imputación inminente o sencillamente de dar un golpe de autoridad?
En la otra parte, ¿servirá esto para algo? ¿Un candidato mejor traerá más votos para el PSOE o, por el contrario, la inestabilidad en la que queda la formación espantará aún más a los votantes? ¿Cuánto peso tienen en todo esto los casos turbios de Monedero, Errejón o el PP, y una estrategia de sanear la propia casa antes de que otros usen el argumento de la corrupción contra ellos?
En cualquier caso, si el ?manual? para expulsar a un candidato incómodo del PSOE que ha usado Ferraz es clavado al de Joan Ignasi Pla, también el comportamiento de las formaciones regionales ha sido idéntico: son partidos que llevan décadas sin tocar el poder y que, como causa o consecuencia de ello, se han atomizado en familias que piden a gritos una renovación y una redistribución de cargos, pero que se muestran incapaces de hacerlo.
PSM y PSPV tienen en el PSC una oscura profecía de lo que pueden acabar siendo, igual que el PSOE la tiene en el PASOK. Su último paso en esa dirección es haber acabado tirando de designaciones ?a dedo? para zanjar un problema, a pesar de
haber presumido tanto de sus procesos de primarias y de haber criticado tanto al PP por haber hecho lo mismo.