
Pocos juegos son tan ricos, variados, divertidos y con tantas variantes como el póker. Una disciplina que combina la habilidad con la suerte y el dinero. Es lo que lo convierte en algo tan especial. Pero debemos aprender a afrontar cada una de sus variantes de la manera más correcta.
En efecto, no es lo mismo jugar manos de cash, un torneo presencial, una partida entre amigos o un campeonato online con miles de jugadores. Para cada uno de ellos deberemos emplear unas técnicas y estrategias distintas. Hoy comentaremos las reglas básicas a la hora de afrontar un torneo, da igual su formato y el número de participantes.
Cuando se disputa un torneo, los jugadores principiantes tienden a no saber desenvolverse bien con el volumen de fichas recibidas. Al encontrarse con un stack muy alto, algo distinto en comparación a las mesas de cash, el debutante tiende a participar en demasiadas manos. Se lanza en busca de acción y comienza a jugar manos que a la postre derivarán en severos problemas. Un 3-4 o J-9 son cartas que nos pueden parecer jugables, más si cabe con una cantidad de fichas alta y un grado de experiencia bajo. El debutante se convierte en una especie de maníaco-agresivo, circunstancia que se ve reforzada por el hecho de encontrarse en la fase inicial del campeonato. No conviene perder los nervios ni jugar de manera distinta a cómo lo harías si tuvieras fichas que en vez de puntos fueran dinero real. Es mejor esperar la oportunidad y tratar de jugar buenas parejas , As o K con kicker alto o parejas medianas en busca del esperado trío. ¿Por qué? Porque nos darán o manos ganadoras o bien manos fáciles de descartar. Esto nos hará no pegarnos un castañazo en los primeros compases del torneo. Es mejor asentarse en la partida, estudiar a los contrincantes y empaparte de la atmósfera que se respira. De este modo, tus músculos se relajarán, tu mente se abrirá y tendrás más posibilidades de que tu juego fluya (o de que aparezca una buena pareja de reyes).
Pero decíamos que el póker de torneo se debe afrontar de manera distinta de unas manos de cash. La agresividad es todavía más importante. Da igual la fase del torneo en que se esté. Hay que saber elegir bien las manos que disputas, pero una vez comprometido con ellas debes ir fuerte y apostar, con agresividad. En un torneo, por norma general, no hay que pasar, hay que apostar, no debe igualarse, hay que subir y, en caso de que previamente nos suban y tengamos una buena mano, hay que resubir. Quedarse de tapadillo en un torneo es una estrategia que funciona en un porcentaje más bajo de veces que en las mesas de cash, donde la posibilidad de jugar en varias mesas a la vez nos puede permitir la opción de jugar de esta manera. En un torneo el que apuesta es el que tiene la sartén por el mango y el que tiene más probabilidades de hacerse con el bote. Jugar agresivo te da la oportunidad de llevarte las fichas por buenas cartas o porque los demás tiren las suyas. Limitarse a ver una apuesta anterior sólo dará opción de victoria en caso de poseer la mejor mano.
Una vez aprendidas estas primeras consideraciones, seamos conscientes de la realidad: somos unos fishes en un océano lleno de tiburones. Por suerte, en los torneos, la suerte aparece con mayor frecuencia. Pero esa suerte hay que saber buscarla. Y no abusar de ella. Nuestro siguiente objetivo, después de habernos asentado en la partida, es salvar los diferentes set points que se presenten cuando suban las apuestas. No dejes de echar un vistazo cada cierto tiempo al número de jugadores que permanecen en el torneo. El siguiente reto es entrar en los premios.
También hay que tener algo muy presente, las vicisitudes del juego pueden llevarnos a un callejón con una única salida. ¿Qué hago si me estoy quedando con pocas fichas? Respuesta contundente: dale duro, todo o nada. Si tienes basura, tírate, si tienes una buena mano, ve siempre all in. De otro modo estás condenado a una muerte lenta, dolorosa y agónica. Siempre es mejor morir con dignidad.
Poco antes de entrar en premios no es el momento de comportarse como un perdedor, enterrar la cabeza debajo de la tierra y aguardar pasivamente a acceder a los codiciados premios para acabar ganando una miseria.
Es el momento de sacar tu mejor póker, con valentía y robar todas las fichas que puedas a esos pánfilos que piensan o pensaban como tú. A pesar de todo, lo has conseguido y estás en premios. Has alcanzado una meta que no podías ni imaginar y te puedes dar con un canto en los dientes. ¿Es momento de hacerse el héroe? No, es la fase de jugar con inteligencia, cuenta tus fichas, analiza las de tus rivales y fíjate en la media del torneo. Selecciona bien tus manos, juega siempre con posición y deja que otros héroes o los que estén por debajo de la media vayan saliendo. Será el momento en que en tu fuero interno celebres cada vez que un contrincante se va fuera. Si no quieres ser el próximo y tienes un buen stack no pierdas el punto de agresividad que te permitirá estar en la mesa final.
Si los astros se alinean y consigues desembarcar en la mesa final de un torneo, lo primero es lo primero, ¡Enhorabuena!. Revisa nuevamente tus fichas. Si tienes pocas, necesitas un milagro, pero esto es póker y los milagros existen. Si consigues establecerte en tierra de nadie respira hondo y vuelve a la prudencia, reduce una marcha y toma una actitud conservadora. Ahora cada baja es un salto económico muy importante. En caso de ganar una mano y doblar tu stack puede que haya llegado el esperado momento, vuelve a la agresividad cuando las cartas lo merezcan y mucha suerte.