Oscar Sánchez, socio director de Norgestion: 'Lo políticamente correcto (insistiendo)'

En una reciente columna que El Economista tuvo la gentileza de publicarme, responsabiliza a lo ?políticamente correcto? de muchas de las carencias de gestión que se observan en nuestro entorno. Tanto en el ámbito público como en el privado, y sin atreverme a cuantificar sus consecuencias, se me ocurren algunas reflexiones sobre ese error que seguimos cometiendo. Yo el primero, como comprobarán en el último párrafo.

Lo 'políticamente correcto' está plagado de aseveraciones irrefutables pero impracticables en la realidad, o practicables a costa de engañarnos a nosotros mismos, que siempre incluyen términos como igualdad, bienestar, equilibrio, futuro, garantías, etc.

Así, ¿quién no está de acuerdo en que los aeropuertos son algo necesario para el desarrollo de un país? Pocos se atrevieron a decir que no se podía construir uno en cada provincia porque a todos nos sobraba el aeropuerto lejano pero estábamos encantados de tener uno cerca. Luego no lo utilizamos porque no hay vuelos, y no hay vuelos porque no son rentables y, como no queremos quedarnos sin vuelos, se acaba subvencionando el déficit con dinero público. Eso sí, con el convencimiento profundo de que es bueno para la economía local. Llevar la contraria a este planteamiento sería, adivinen, políticamente incorrecto. Me ahorro la comparativa entre población y superficie de Alemania y España y el número de aeropuertos, por reiterativa y para no sonrojarnos otra vez.

Siguiendo con el transporte, qué podemos decir de la importancia que el ferrocarril tiene para la vertebración de un país, indudable, ¿verdad? Dicho esto, cuesta entender que tengamos la red de alta velocidad más extensa de Europa y la segunda en todo el mundo, solo por detrás de China, y que a nadie le sorprenda.

En otro orden de cosas, permitimos barbaridades en el ámbito social que están destruyendo riqueza, y no nos atrevemos a decir nada porque hay intocables. Acostumbramos a los ciudadanos a no valorar los servicios públicos (o a engañarles sobre su viabilidad futura) porque 'eso no se toca', aunque no podamos pagarlos (perdón he cometido un error, sí podemos pagarlos con 'una gestión más eficiente de los recursos' pero nadie explica en qué consiste, la receta nos la guardamos). Mantenemos unas televisiones públicas de lujo pero la que hay que cerrar es la de los otros, la nuestra que no nos la toquen porque es otro servicio público de utilidad social. A nivel más 'mundano' permitimos que los clubes de futbol deban lo que deben porque muy pocos se atreven a decir que el sistema no es sostenible y cuando alguien lo ha hecho se han llegado a dar casos de levantamientos populares. Yo lo digo, claro, porque soy aficionado de un club solvente. Quizás si lo fuera de otro no lo diría.

Ahora que hay quien intuye una luz al final del túnel, no deberíamos permitir que esto pasara de nuevo, y si pasa deberíamos acordarnos de pedir a nuestros dirigentes que miren a largo plazo y que no condicionen las decisiones a la siguiente cita electoral.

Pero también es nuestra obligación ayudarles. Propongo algo tan simple como criticar a los dirigentes públicos cuando lo hacen mal y alabarles cuando lo hagan bien, con independencia de su color político, en lugar de criticarles siempre cuando no son 'los nuestros' (aunque tomen las decisiones correctas) y alabarles siempre cuando sí son 'los nuestros' (aunque tomen las decisiones equivocadas). Este simple comportamiento posibilitaría la toma de decisiones correctas y no solo políticamente correctas. Se conocen casos de lugares en los que esto ocurre, créanme.

Por último he de reconocer que para no ser 'políticamente incorrecto' me he reservado algunos casos incómodos y así me evito líos. Perdonen pero ya ven que todos somos un poco 'correctos'.

Oscar Sánchez, socio director de Norgestion

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