Europa Redux

Mark Twain decía que la historia no se repite pero rima. La semana pasada leí una entrevista al especulador-metido-a-filántropo George Soros en la que sostenía que Alemania debe decidir si quiere rehacer la UE de la forma en la que originalmente estaba destinada a ser, lo que supone aceptar las responsabilidades y cargas necesarias para avanzar en esa dirección, o bien debe considerar salir del euro y dejar al resto de los países que creen los eurobonos y puedan combatir la crisis. La disyuntiva planteada por Soros es grave, pero todavía lo es más la falta de un sentimiento común, la desconfianza y, porqué no decirlo, el rencor entre europeos que nos lleva hasta ella.

Maynard Keynes fue testigo directo de las negociaciones del Tratado de Versalles tras la Primera Guerra Mundial que plasmó en su bestseller 'Las Consecuencias Económicas de la Paz' (1919). Desmitificó la figura de los presidentes de los países intervinientes y dejó un testimonio muy crítico del resentimiento hacia Alemania por parte de los vencedores materializado en la exigencia del pago de las compensaciones de guerra hasta el último céntimo. Subyacía, como finalidad, la venganza por los términos de la paz impuestos por los germanos en el Tratado de Frankfurt que puso fin a la guerra franco-prusiana en 1871 y, como medio para llevarla a cabo, el sufrimiento por parte de la población alemana del ariete del desabastecimiento que no cesaría hasta la firma de los acuerdos conforme a las exigencias de los vencedores. La población civil se convertía en moneda de cambio otra vez y, ciertamente, el revanchismo alemán que acabaría desembocando en la Segunda Guerra Mundial comenzaba a germinar. Afortunadamente, después de la segunda gran contienda, se rompió el hechizo y se optó por el modelo de la reconciliación defendido en el ensayo de Keynes para, posteriormente, ponerse en marcha el proceso para la construcción europea, que ha tenido sus momentos altos y bajos, y que ha brindado a los países que se han ido incorporando a la UE la posibilidad de participar en el mejor proyecto de paz y de prosperidad de la historia europea.

El momento actual evidentemente es de los bajos y la crisis económica en general y del euro en particular no es comparable ni de lejos con los ambientes en los que se lidiaban las negociaciones post-bélicas, en gran parte por el camino recorrido conjuntamente desde entonces. Sin embargo tengo que reconocer que cada vez que se reúne la troika para remendar la deficiencia du jour del euro o de la unión monetaria, noto cierto escalofrío al pensar con qué nos vendrán esa vez. La política económica de la consolidación fiscal está marcada y, sin perjuicio de que podamos comulgar más, menos o nada con ella, los ciudadanos tenemos derecho a saber que las medidas que se están ejecutando son las óptimas técnicamente hablando. Lo que resulta del todo inaceptable es la entrada en el juego de medidas que pretendan mostrarse como ejemplarizantes obedeciendo a intereses políticos, o mejor dicho de los políticos, locales o nacionales, que exacerban sentimientos hace tiempo desterrados de Europa. Por ahora, la palma se la lleva la primera reunión concertada para el rescate de Chipre en la que se acordó, aunque luego se rectificó, que todos los depósitos en bancos chipriotas contribuirían con un porcentaje de los mismos al rescate de los bancos desde el primer euro. Todos los chipriotas con cuentas en su propio país, sin excepción, debían contribuir al rescate, supongo que por haber permitido individual o colectivamente una actividad bancaria off shore desmedida en su país.

Ya no necesitamos de Keynes para desmitificar a quienes participan en la toma de las decisiones que nos afectan, tenemos la suerte de que podemos ver cómo lo hacen ellos mismos propagándolo a través de los medios de comunicación. Sin embargo es a los ciudadanos a quienes nos corresponde asegurar la construcción de la UE manteniendo su rumbo.

Iñigo Bilbao Mancisidor

Socio- Abogado NORGESTION

www.norgestion.com

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