
A raíz de las recientes noticias que todos estamos leyendo relativas al impacto positivo y clarificador de la situación con la creación del 'banco malo', la bajada de la prima de riesgo y otras informaciones en la misma línea de optimismo, me ha dado por pensar sobre qué hubiera ocurrido en la economía española si en lugar de esconder la cabeza bajo tierra cuando apareció la crisis, y dar lecciones al exterior sobre nuestra gestión, se hubieran tomado medidas.
Por recordar, algunos países, especialmente los anglosajones, en lugar de esperar a que el problema se solucionara por sí solo, tomaron medidas rápidamente poniéndose no rojos, sino incandescentes. No todas las medidas serían acertadas, ni todas políticamente correctas, pero acometieron el problema de frente y probablemente lograron controlar mejor la explosión. Hoy algunas de aquellas empresas o entidades rescatadas, intervenidas o nacionalizadas están devolviendo al estado las aportaciones y están operando con normalidad con lo que eso supone para sus respectivas economías. Personalmente, pienso que intentar siempre hacer lo 'políticamente correcto' es la principal causa de las carencias de gestión que se observan en nuestro país y de la tendencia a gestionar deseos y no realidades.
En nuestro caso, cien veces colorados, las medidas y, sobre todo, el reconocimiento real de la situación han llegado tarde y obligados por terceros, lo que ha provocado más años de incertidumbre, de restricciones crediticias y de dificultades para las empresas con las catastróficas consecuencias que conocemos. Sin duda el problema hubiera seguido existiendo pero, ¿quién nos dice que 'agarrando el toro por los cuernos' no hubiéramos sido capaces de reducir el negativo impacto? Aunque fuera un poco.
Ojalá la siguiente generación cuando, tras salir de este ciclo de crisis, entre en otra crisis (espero que más suave) eche la vista atrás y se de cuenta de que los problemas hay que afrontarlos y no esconderlos. Los problemas no los crean o solucionan 'unos' u 'otros', sean políticos, directivos o ambas cosas a la vez, sino el conjunto. Lo que ha ocurrido es que ni los 'unos' ni los 'otros' han querido reconocer la realidad de lo que les afectaba, aunque sí reconocían la realidad de lo que les afectaba a los 'otros' ¡Aunque, curiosamente, fuera una realidad muy parecida!
Yo se lo explicaré a mis hijos, aunque a los de mi generación ya nos habían explicado la historia de otras crisis anteriores, que 'llegaron' a España varios años más tarde que a otros países. ¿Les suena? Por cierto, no nos ha servido de mucho.
Oscar Sánchez, socio director de Norgestión