
Un objetivo común y diferentes modelos en Europa para abordar la transición energética, "porque cada país tiene su propia estrategia influenciada por sus características demográficas, económicas, políticas, tecnológicas, etc", explicó Iñigo Ansola, el director general del Ente Vasco de la Energía (EVE), en la jornada que organizó la entidad sobre 'Modelos de Transición Energética en Europa'.
"Noruega es referencial en indicadores de bienestar, Francia por sus bajos precios eléctricos gracias a la nuclear, Gran Bretaña aporta una larga trayectoria de sus políticas energéticas...Todo lo que vamos a escuchar nos puede servir para Euskadi, pero también tenemos nuestros propios factores que hace nuestra transición única", afirmó Ansola.
El director general del EVE recordó un estudio realizado en 1981 sobre la necesidad de un política energética propia para Euskadi, para reducir su dependencia y la creación al año siguiente del EVE. "Una política que debía basarse en la eficiencia, el gas y el impulso de las renovables hacia un modelo descarbonizado sin que el tejido económico perdiera competitividad. Por tanto, Euskadi inició su transición energética en 1982 para garantizar el suministro energético", concluyó.
En la actualidad, el País Vasco desarrolla la Estrategia Energética 2030, con el fin de eliminar paulatinamente las fuentes de origen fósil para usos energéticos y alcanzar una progresiva descarbonización. El objetivo es alcanzar una cuota de renovables del 32 por ciento en consumo final en el año 2030 y que el ahorro energético sea del 25 por ciento en el periodo 2016-2030. "Un proceso evolutivo y no disruptivo, necesitado de un marco normativo estable y no sujeto a continuos cambios, es decir, necesitado de una política de luces largas", reclamó Iñigo Ansola.
Alto consumo eléctrico, bajas emisiones
La estrategia de Noruega fue expuesta por Eirik Waerness, vicepresidente senior y economista jefe de Equinor. El objetivo del país noruego es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 40 por ciento entre 1990 y 2030 y convertirse en una sociedad baja en carbono para 2050.
El consumo de energía eléctrica en Noruega es alto, pero "el 99 por ciento procede de hidroeléctrica y la calefacción doméstica solo usa electricidad procedente de renovables. Así que para reducir emisiones tenemos que buscar otras opciones", apuntó Waerness.
Por tanto, su estrategia se basa en la participación de sectores de la economía en el Régimen de Comercio de Derechos de Emisión, en elevados impuestos sobre el CO2 en el transporte aéreo y sobre el uso de energía en la extracción de petróleo, y subvenciones y ventajas fiscales para los vehículos eléctricos. "Si quieres ver muchos Tesla, hay que ir a Noruega", bromeó el ponente.
En el ámbito internacional, una de las medidas de la política noruega es la creación de un fondo para financiar acciones encaminadas a reducir la deforestación en zonas tropicales. Eirik Waerness finalizó su intervención compartiendo dos proyectos en desarrollo en su país: la electrificación de las plataformas petrolíferas y Northern Lights Project, un proyecto para capturar, transportar y almacenar el CO2 industrial.
Cierre del parque nuclear
Alemania, Francia y Reino Unido mostraron sus modelos particulares y las vías de descarbonización adoptadas. Por parte de Alemania, Steffen Koch, consejero de Asuntos Económicos de la Embajada alemana dio a conocer la Energiewende, la transición energética que ha oficializado el cierre progresivo del parque nuclear, en una reconversión del sistema eléctrico que también prevé el cierre de las centrales de carbón, una mejora de la eficiencia energética y el aumento del uso de las renovables.
Yasser Abdoulhoussen, consejero de Desarrollo Sostenible e Industria de la Embajada de Francia, habló de la transformación de su sistema energético, con una apuesta por la electrificación nuclear, que ha logrado precios de la electricidad muy competitivos. Busca una mayor penetración de renovables y mayor eficiencia energética, manteniendo la energía nuclear como eje central del sistema a corto y medio plazo.
Keiran Bowtell, agregado de Cambio Climático de la Embajada británica, destacó el desarrollo de una política energética coherente y estable que ha permitido abandonar el carbón doméstico y reducir emisiones, ya que emplea tres veces menos carbono para producir una libra de PIB que hace 30 años.