
La confianza es un pilar fundamental en cualquier organización y se ha convertido en un factor clave para la sostenibilidad empresarial. En un entorno corporativo cada vez más regulado y expuesto a riesgos de corrupción, fraude, mala gestión y escándalos reputacionales, la implementación de un modelo de Compliance no solo responde a la necesidad de cumplir con la normativa vigente, sino que también busca generar confianza en todos los grupos de interés de la empresa.
La confianza dentro del cumplimiento normativo solo es una cuestión de seguridad jurídica, sino un activo estratégico que impacta en múltiples áreas de la empresa, tales como en las relaciones con inversores y accionistas, ya que las empresas con políticas de Compliance sólidas generan confianza en los mercados financieros; en la fidelización de clientes y consumidores, donde los clientes prefieren empresas que garantizan la transparencia en su gestión y en el cumplimiento de normativas; el aseguramiento del entorno laboral, en la que los empleados confían más en organizaciones que aplican el Compliance de manera justa y equitativa; y en la colaboración con reguladores y entidades gubernamentales, donde la existencia de un alto nivel de cumplimiento refuerza la relación con las administraciones públicas y minimiza riesgos legales.
Por tanto, un modelo de Compliance eficiente debe estar orientado no solo a evitar sanciones, sino a construir una cultura de integridad y confianza que fortalezca la reputación y competitividad empresarial.
Para que un modelo de Compliance pueda generar confianza dentro de la empresa y hacia el exterior, debe basarse en la transparencia y en el acceso a la información. La transparencia es el principio fundamental para que los grupos de interés confíen en el modelo de Compliance.
Esto significa que la empresa debe comunicar de manera clara y abierta sus políticas de cumplimiento y publicar códigos de ética y normativas internas accesibles para todos los empleados. Ello también lleva consigo garantizar, que la información sobre riesgos y sanciones se gestione sobre la base de criterios objetivos, y posibilitar el hecho de rendir cuentas periódicamente sobre el estado del Compliance.
En este sentido puede afirmarse que una organización transparente reduce la incertidumbre y permite que empleados, clientes y reguladores confíen en la legalidad y ética de sus operaciones.
La confianza en Compliance se erosiona rápidamente cuando las reglas internas no se aplican de manera justa o uniforme. Para evitar esto, la empresa debe asegurar que las políticas de Compliance sean aplicadas sin distinciones entre empleados y directivos, y al mismo tiempo, en demostrar, que las normas son más que una formalidad, garantizando su cumplimiento real, evitando con ello, interpretaciones arbitrarias del código de conducta.
A ello debe ser añadido el hecho de que las sanciones sean equitativas y proporcionadas a la falta cometida.
Cuando la empresa practica lo que predica, se consolida la confianza en el sistema de cumplimiento normativo. En este orden de cosas, cabe considerar que el liderazgo ético es clave en la construcción de confianza dentro del Compliance.
Si los directivos no demuestran su compromiso con las normativas y valores de la empresa, los empleados y el público en general perderán confianza en la organización. Así, el compromiso de la alta dirección se materializa a través de declaraciones públicas de apoyo al Compliance, en la participación en programas de formación en ética y cumplimiento, en la asignación de recursos suficientes para garantizar la aplicación del modelo de Compliance, y además, en la tolerancia cero ante infracciones normativas.
La confianza en el Compliance se refuerza cuando la empresa demuestra que tiene mecanismos eficaces para detectar y prevenir conductas ilícitas o poco éticas. Esto se logra mediante la realización de evaluaciones de riesgos realizadas de manera periódica, en la adopción de sistemas de auditoría y control interno, en el seguimiento de programas de capacitación y de sensibilización sobre cumplimiento normativo, y en el monitoreo de operaciones, que por sus propias características, sean sensibles al fraude o la corrupción. Cuando la organización tiene medidas sólidas de prevención, transmite la seguridad de que el cumplimiento no es solo una formalidad, sino un proceso real de mejora continua.
Del mismo modo, el acceso a un sistema de denuncias anónimo y seguro es un elemento clave en la generación de confianza en el Compliance. Para que este sistema sea eficaz, debe garantizar el anonimato del denunciante, evitar cualquier represalia contra quienes reporten irregularidades, establecer protocolos claros para la gestión de las denuncias, y responder con rapidez y eficiencia ante los reportes. Cuando los empleados y terceros confían en que pueden denunciar sin temor, el Compliance se fortalece y la empresa mejora su reputación.
La confianza, por tanto, en un modelo de Compliance tiene un impacto directo en la competitividad y sostenibilidad de la empresa. Se pueden identificar varios beneficios clave que a afectan a aspectos tan trascendentes como pueden ser: la mejora de la reputación corporativa, la reducción del riesgo de sanciones y multas, la existencia de un mayor compromiso y de productividad de los empleados, ya que cuando los trabajadores confían en que la empresa actúa con justicia y ética, se genera un ambiente laboral más sano, donde los empleados se sienten más motivados y comprometidos, y con ello se reduce la rotación de personal y aumenta la eficiencia y productividad.
También debe destacarse el hecho de la facilitación de alianzas estratégicas y de relación con proveedores, donde las empresas, que cuentan con sistemas de Compliance confiables son vistas como socios estratégicos más seguros, lo que facilita la colaboración con otras compañías y gobiernos.
Debe destacarse también la existencia de una mayor confianza por parte de los reguladores, cuando las empresas demuestran la existencia de un cumplimiento voluntario y proactivo de las normativas, cuando por parte de las mismas se coopera activamente en la realización de auditorías y de revisiones externas, y cuando no recurren a prácticas opacas para evitar controles. Todo esto, en definitiva, se puede traducirse en beneficios como la necesidad de menores inspecciones, y de mejores relaciones institucionales.
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