
Reunión de OTAN en Sevilla, ausencia de Trump, Pedro Sanchez negándose a llegar a la inversión del 5% del PIB como solicitan sus socios europeos y el presidente americano, para contentar a su ala izquierda del Gobierno. OTAN es una organización defensiva.
Puede ser un momento propicio para meditar la necesidad de destinar una cantidad importante del presupuesto de un país a rearme-defensa. Estas decisiones solamente aparecen en momentos complicados, difíciles, temerosos, amenazadores. Hoy el mundo se encuentra en uno de estos momentos. Guerra abierta Rusia-Ucrania con más de un millón de bajas. Guerra desigual, pero muy cruenta y difícil de justificar entre Israel-Palestina, Líbano, Irán. Muerte masiva de población civil, niños, ancianos, mujeres y hombres, al parecer, solamente para liberar territorio de incómodos ocupantes para anexionárselo Israel.
Guerras económicas menos sangrientas, pero más importantes a largo plazo. China, India, Rusia, Estados Unidos, Europa, se juegan su futuro, la hegemonía de uno de ellos, la derrota para otros durante los próximos decenios.
Nuevas armas que masacran la población civil enemiga, apestada, odiada. Cuanto más daño se infiera al enemigo mejor, aquí se incluyen viviendas, hospitales, escuelas, mercados, concentraciones de población inocente. Nada importa, nada es injusto si se consigue aniquilar al contrario, barrerlo.
Ante este panorama, ante este modo de conducir una guerra, debemos preguntarnos si armarnos o bien destinar estos recursos a construir la paz y mejorar el bienestar social.
El pensamiento que acude de inmediato a la mente de cualquier persona civilizada es que debemos fomentar, promover, defender por encima de todo, el pacifismo. Pacifismo acompañado por mecanismos de protección.
La izquierda extrema proclama un pacifismo hippy, basado en un buenismo ingenuo que, ante un ataque beligerante o perverso, carece de elementos de defensa porque no los ha previsto.
La extrema derecha es partidaria de armarse a todos los niveles cuanto más mejor. Armas de ataque y defensa, aniquilación del enemigo.
La franja moderada de la sociedad advierte hoy, asombrada, que aparecen en el mundo lideres de diferentes países que se mueven por ideas de conquista, a los que la vida de las gentes, propias o ajenas, les son irrelevantes porque sus fines ocultos justifican cualquier medio empleado. Lideres, que protegidos por la creencia de que sin ellos su patria fallece, se disuelve, son capaces de cometer cualquier barbaridad, conservando intacto el sentido de la justicia, del Dios está conmigo.
El primer valor para intentar no ser beligerante es ser neutral. Neutral significa que jamás tomas partido por nadie. La neutralidad de un país, además de predicarla sus líderes, debe ser creíble para la comunidad internacional. No es suficiente la declaración de neutralidad, debe demostrarse no tomando parte jamás por ninguna bandera que no sea la propia. Debe, además, haber pasado por diversas experiencias a lo largo de la historia, reconocerse su neutralidad por la comunidad internacional. El único país que reúne estas características es Suiza, que además posee armamento defensivo y sus ciudadanos instrucción militar.
El resto de los países del mundo modifica sus estrategias en función del momento histórico que viven, los lideres que detentan el poder, los conflictos bélicos que se originan en el mundo y su posición estratégica.
Ningún país puede librarse de los objetivos de lideres de países vecinos, visionarios o dementes. Para ello deben habilitarse sistemas defensivos eficaces. Hasta que no se encuentren métodos para desactivar-paralizar las armas enemigas de forma incruenta, cada país deberá defenderse de un modo ortodoxo. Si pertenecemos a la OTAN, organización defensiva, deberemos cumplir con los compromisos adquiridos. No hay otra.
En nuestro caso la neutralidad es imposible, hemos defendido a Ucrania frente a Rusia y condenamos a Israel frente a Palestina, en consecuencia, debemos aceptar los acuerdos de la OTAN o abandonar la organización y organizar nuestra defensa por nuestra cuenta. Mala decisión.