
Irán e Israel transitan por un cese del fuego tenue y de futuro incierto, que el presidente de Estados Unidos (EE. UU.), Donald J. Trump (DJT), facilitó entre ambos el 24 de junio de 2025 para suspender sus enfrentamientos militares. Aquella pausa se acordó dos días después del ataque estadounidense contra el programa nuclear iraní, "Operación Martillo de Medianoche (OMM)", y tras dos semanas desde el comienzo del ataque israelí contra esos mismos objetivos, "Operación León Rampante (OLR)".
Los resultados de la misión de OMM se conocerán con el paso del tiempo, dado que el análisis de su impacto real está reservado a los servicios de Inteligencia de las potencias implicadas, que están realizando la evaluación de daños en combate correspondiente.
EE. UU. delegará esta tarea en los servicios de Inteligencia israelíes y no desplegará sus recursos dentro de Irán.
La Inteligencia israelí, Mossad, alcanzó un éxito extraordinario en la infiltración de la iraní, lo que permitió aniquilar fábricas militares, sistemas de defensa antiaérea, posiciones de lanzamiento de misiles, científicos nucleares y dirigentes civiles y militares de Irán.
Todas las calificaciones que se han realizado a través de fuentes abiertas sobre el estado actual de las instalaciones del programa nuclear iraní pertenecen al dominio de las guerras de la propaganda y de la intoxicación.
La posición de Teherán es la única que cambió significativamente con el paso de los días desde la "ausencia de impacto" inicial a "daños graves", que su ministro de Asuntos Exteriores acabó posteriormente por definirlos como "significativos y serios".
El espectro de las evaluaciones del resto de los actores va desde el "retraso por unos pocos meses", de acuerdo con el Organismo Internacional de la Energía Atómica, o "por un par de años", según Israel, hasta su "borrado" completo, a decir de DJT. Lo mismo ocurre con quién podría tener la legitimidad para cantar victoria.
Las métricas del gobierno de Teherán son tres.
El régimen de los ayatolás sobrevivió a los dos ataques israelí y estadounidense, es decir, hizo frente a dos superpotencias nucleares y se perpetúa.
Las autoridades iraníes exhiben el que sus ciudadanos se unieron en torno a la bandera y la oposición interna no pudo aprovecharse de estas circunstancias para crear un movimiento que amenazara al sistema político imperante desde 1979.
Irán reivindica que no perdió, aunque no ganó, y eso fue una victoria en sí misma para los dirigentes de la República Islámica, quienes con una respuesta calculada evitaron una guerra abierta contra EE. UU. que podría haber sido fatal para su existencia.
Sin duda, Irán mantiene su conocimiento, su base industrial y sus capacidades para recuperar su programa nuclear, aunque el precio que tendría que pagar por ello en el futuro sería muy grande y se lo ahorró en esta ocasión.
Israel mostró que mantiene la superioridad tecnológica y nuclear sobre Irán, que sus servicios de Inteligencia dominan en el Oriente Próximo y que sus Fuerzas Armadas cuentan con una variedad amplia de capacidades militares que no tienen rival en la región.
Israel podría arrasar Irán, si quisiera.
Israel es un país con 9 o 10 millones de habitantes frente a los 90 millones de Irán, cuyo territorio es 80 veces mayor que el de aquél, lo que obliga a Jerusalén a estar entrenada y preparada para guerras cortas y de victorias decisivas.
Asimismo, el gobierno israelí preparó a su población para un número de muertos que podría haber superado los 400 durante las primeras semanas de OLR, aunque sus estimaciones internas estaban en línea con el balance final de 28 fallecidos.
El coste económico para Israel de estas dos semanas de enfrentamiento contra Irán superó los $8,5 millardos.
Irán estaba dispuesta a continuar disparando misiles balísticos contra Israel hasta agotarlos antes de su desaparición como nación, si la guerra contra Israel se hubiera prolongado.
El balance israelí de este brote conflictivo es de un éxito militar, que enlaza con el desgaste que provocó en Irán desde que comenzó a debilitar su "eje de la resistencia" en Gaza, en el Líbano y en Siria tras el ataque terrorista del 7 de octubre de 2023.
El daño que Israel ha infligido sobre los activos iraníes es monumental, ya sean capacidades militares, infraestructuras o líderes científicos nucleares, de las Fuerzas Armadas o del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica.
EE. UU. puede reivindicar en justicia que OMM fue un golpe de una sola vez y listo, un ataque quirúrgico, que evitó la escalada militar o que el control de la situación en la zona se perdiera tras el mismo.
DJT fue consistente al parar el programa nuclear iraní y al recuperar inmediatamente después la posibilidad de alcanzar un gran acuerdo en el Oriente Próximo, que lo reconfigure en línea con los Acuerdos Abraham que él apadrinó en 2020.
DJT no quiere que EE. UU. se pierda una vez más en el atolladero del Oriente Próximo, en guerras de desgaste interminables y con soldados estadounidenses desplegados en el terreno.
DJT cantó victoria y se lanzó a capitalizar la parte del acuerdo de su intervención en la región para el que necesita también a Irán.
La ambición de DJT es abandonar esta región, una vez dicho pacto se alcance.
Irán deberá mostrar que está dispuesto a adoptar con decisión el camino del acuerdo, que es el que mejor le ayudaría a conseguir sus objetivos estratégicos en esta etapa nueva, porque, si no, el coste de oportunidad sería inasumible.