
Para la mayoría de personas, la jubilación es, probablemente, el mayor reto financiero al que nos enfrentaremos a lo largo de nuestra vida. Afecta a todos los trabajadores, pero de forma especialmente crítica a los autónomos, debido a una serie de circunstancias que les afectan específicamente. Según los últimos datos publicados por la Seguridad Social, más de 3,4 millones de españoles cotizan actualmente en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA). Las pensiones de los trabajadores por cuenta ajena del Régimen General son, de media, un 65% superiores a las del RETA. (1.665,5 euros mensuales frente a 1.008,8 euros frente en mayo de 2025). Esta realidad, lejos de ser nueva, sigue sin recibir la atención y las herramientas adecuadas para revertirse.
El sistema de pensiones español se enfrenta a presiones demográficas, laborales y económicas que obligan a una mayor corresponsabilidad del individuo en su preparación para el retiro. Esta corresponsabilidad es particularmente exigente para los autónomos, quienes, además de asumir el riesgo de su actividad económica, deben diseñar una estrategia de previsión financiera que compense unas prestaciones futuras limitadas.
En España el autónomo tiene una gran libertad para elegir su base de cotización, lo que se traduce en decisiones a corto plazo que comprometen el largo. No sorprende, por tanto, que el 85% de ellos haya cotizado por la base mínima del Sistema de Seguridad Social hasta el año 2022, cuando esta opción era posible. Una elección que reduce significativamente los derechos adquiridos para la pensión, que en muchos casos no llega ni al salario mínimo actual.
Es cierto que, desde enero de 2023, se aplica a los trabajadores por cuenta propia un nuevo sistema de cotización según sus ingresos reales, en función de 15 tramos de rendimientos netos de actividades económicas que determinan cada uno de ellos una base mínima y una base máxima de cada tramo, entre las que el trabajador puede elegir su base de cotización. No obstante, hasta 2032, cuando haya finalizado el periodo transitorio del nuevo sistema de cotización, la base de cotización del trabajador por cuenta propia no será obligatoriamente igual a los rendimientos netos.
En este sentido, la reforma de cotizaciones por tramos supone un avance significativo hacia un sistema más equitativo, al vincular las cuotas a los ingresos reales. Pero esta reforma, por sí sola, no garantiza una pensión adecuada. Se requiere, además, un esfuerzo activo por parte del autónomo para construir su propio colchón de jubilación a través del ahorro personal complementario, combinando instrumentos como los planes de pensiones individuales o planes de empleo simplificado, los PIAS, seguros de ahorro u otros productos financieros a largo plazo.
El Instituto Santalucía advierte de que al 92% de los autónomos les inquieta que sus pensiones sean más bajas en el futuro, y un 85,4% está preocupado por no poder complementar su pensión pública con ahorros debido a motivos económicos. En la mayoría de los casos, por una falta de planificación financiera para su jubilación. Por ello, resulta imprescindible acompañar a este colectivo con información clara, herramientas sencillas y asesoramiento experto para que puedan tomar decisiones informadas.
En este contexto, es clave el papel de las entidades financieras y aseguradoras, y de los asesores financieros independiente o vinculados (entre los que se incluirían también agentes y corredores de seguros). No se trata solo de ofrecer productos, sino de generar confianza, de acompañar al autónomo en un viaje vital que va desde sus primeros años de actividad hasta el momento en que decida jubilarse. Una planificación adecuada no solo mejora la seguridad futura del profesional, sino que también reduce su incertidumbre en el presente.
Es cierto que existen ciertas barreras: ingresos variables, prioridades a corto plazo, falta de incentivos fiscales suficientemente atractivos, falta de información accesible... Pero también existen varias oportunidades. La tecnología, por ejemplo, permite hoy modelos de simulación personalizados que pueden mostrar de forma clara y visual el impacto de nuestras decisiones presentes sobre nuestra pensión futura. Además, productos como los planes de pensiones de empleo simplificados, recientemente regulados, abren una vía para canalizar de forma sistemática el ahorro a largo plazo, también para los trabajadores por cuenta propia, al mismo tiempo que reducen la carga fiscal en el corto plazo al diferir el impuesto al momento de cobro de la prestación.
Desde la perspectiva internacional, vemos cómo otros países han avanzado en soluciones mixtas que combinan pilares públicos, empresariales e individuales. Por ejemplo, el caso de Suecia o el modelo británico de adscripción automática por defecto a planes de empleo son ejemplos a estudiar. España, en cambio, sigue anclada en un modelo en el que el primer pilar (la Seguridad Social) asume casi todo el peso de la financiación de los ingresos durante la jubilación, dejando el resto como opcional o residual.
Para los autónomos, es urgente reforzar el segundo (empleo) y tercer pilar (ahorro individual) con mecanismos más robustos, automáticos y acompañados de educación financiera desde edades tempranas. La previsión social complementaria no puede ser un lujo; debe ser un hábito diario.
En cualquier caso, también el Estado tiene una tarea pendiente: mejorar los incentivos fiscales al ahorro personal para jubilación, acompañar y educar con campañas informativas, premiar el ahorro responsable, adaptar el sistema a las nuevas formas de empleo, y ayudar a potenciar los comportamientos automáticos en el ahorro (Behavioral Economics). Hoy más que nunca, en un mercado laboral marcado por la transición digital, la longevidad y el auge del trabajo por cuenta propia, necesitamos un sistema de pensiones más flexible, justo y sostenible.
En definitiva, si queremos que los autónomos puedan jubilarse con dignidad, debemos comenzar hoy a construir ese futuro. Cada año que se pospone la planificación financiera es un año que se resta a la tranquilidad del mañana. Y en un país con una de las mayores esperanzas de vida del mundo, vivir mucho debe ser sinónimo de vivir bien.