
Jamás como hoy el bulo ha tenido la relevancia, el poder, la verosimilitud, la frescura de la realidad. La llamada noticia falsa o fake news, la que nos llega a través de las redes, de las grandes cadenas de comunicación de las que nadie conoce a su propietario, intenta y muchas veces lo consigue, impresionar, convencer, modificar nuestro pensamiento sobre cualquier realidad, cualquier persona. La frecuencia con la que aparecen estas falsas verdades, su machaconería, consiguen hacer pensar a muchas personas de que la noticia falsa, es realidad, verdad y a otras, hacerlas dudar.
Esta apariencia de verdad, tan bien disfrazada de autenticidad, también es utilizada con eficacia por grupos de delincuencia con el fin de engañar al ingenuo y hacerle llevar a cabo actos en su propio perjuicio sin haberse enterado del engaño hasta el momento de su consumación.
Pocas personas no han sido engañadas alguna vez, incluso siendo conscientes de la existencia y frecuencia con las que se producen estos hechos falsos o delictivos. Es tal la perfección con la que se fabrica el método que tuerce voluntades que cualquiera, por más culto, preparado, avisado, prevenido, puede caer en el engaño o al menos hacerle dudar.
Esta facilidad con la que los ciudadanos nos dejamos engañar también es aprovechada por los políticos, que han visto un campo abonado para difundir noticias que tergiversan la realidad o directamente la inventan. Difundir comentarios, chafarderías sobre determinados personajes públicos que parecen verdades incuestionables, pretendiendo con ello hundir su credibilidad, su honradez, su intencionalidad.
Hemos visto como países utilizando tecnología para interferir en redes ajenas, han intentado, conseguido, influir en favor de un determinado candidato y perjudicar a su adversario para que ganara unas elecciones en un Estado el político con el que puede entenderse mejor.
Los filtros que han pretendido instalar gobiernos responsables y temerosos por la facilidad con la que puede torcerse la voluntad de una crédula ciudadanía, han fracasado. Siempre va por delante la imaginación y el saber hacer del delincuente, del perverso, del mentiroso defensor del engaño mal intencionado, que el administrador, jurista, político de mente correcta, defensora del desarrollo social justo, equilibrado, respetuoso con la libertad y la justicia.
Vista la realidad, la utilización cada vez más frecuente del engaño, la mentira, el bulo, el delito, debemos preguntarnos de que modo puede defenderse la sociedad ante la pretensión de influir que poseen los mal intencionados personajes que solamente pretenden su beneficio personal.
La defensa de la libertad va en contra de cualquier censura, cortapisa, limitación. Al ciudadano bien pensante, al que cree ingenuamente que todos sus congéneres actúan correctamente, le provoca rechazo limitar libertades, establecer controles, pero debe intentarse que estas gentes que nos engañan no consigan convencer hasta en esto, hasta conseguir que cualquier el gobierno que pretenda fiscalizar, proteger, sea considerado perverso, contrario a la libertad, cuando estos grupos y personas solo pretenden influir limitando con sus mentiras nuestra capacidad de información.
Lo mismo puede decirse, temerse, de la IA, instrumento útil para el desarrollo social, cultural, económico, pero también para influir, decantar voluntades en favor de provocar engaño, la mentira, la estafa, porque la noticia, el bulo, vendrá arropado por apariencias cuasi reales, muy difíciles de detectar incluso por mentes brillantes. Esperemos que los países amantes de la democracia y la libertad encuentres métodos para proteger del engaño y castigar al manipulador, es necesario y urgente porque todos deseamos vivir en un mundo real, veraz.