
Hace unos días, Donald Trump invitó al humorista Bill Maher a la Casa Blanca. Maher lo contó en su programa, subrayando lo majo y amigable que fue el presidente, lo bien que se lo pasaron y lo alejado que era el Trump privado del monstruo grotesco que aparece en público.
A los pocos días, otro cómico judío, Larry David, le respondió en The New York Times con una tribuna titulada "Mi cena con Adolf", donde parodiaba el monólogo de Maher narrando una velada ficticia en la cancillería del Reich en 1939 en la que a Hitler se le vio gracioso y amigable.
Este debate humorístico no sobra, pero los efectos que han traído y no sólo en Europa los desmanes políticos de Trump no han sido pocos ni menores, comenzando con el apoyo a Putin en su guerra criminal contra Ucrania.
Leamos a Lluís Bassets (El País, 27-IV-2025: "Putin ya roza la victoria con los dedos. No será por mérito de sus tropas, encalladas en una larga guerra de desgaste, después de embarrarse en crímenes de guerra y contra la humanidad y caer derrotadas en la ofensiva relámpago con la que pretendían controlar Ucrania. El mérito es entero de Trump, de su giro antieuropeo y anti atlantista, que le ha llevado a adoptar los argumentos del Kremlin sobre las causas de la guerra, aceptar como propias gran parte de sus exigencias y rechazar las garantías de seguridad demandadas por Zelenski para evitar nuevas agresiones rusas. Si la alcanza, será el éxito de una paciente y calculada estrategia, en la que ha combinado la seducción, el halago y el soborno para captar al propio presidente de Estados Unidos como máximo y decisivo agente de los intereses rusos en Washington".
Deseo y espero que Bassets se equivoque y para ello es imprescindible el divorcio entre Trump y Putin. Y alguna esperanza pareció verse en el horizonte el pasado sábado. En efecto, en Roma y a causa del funeral del papa Francisco, Trump y Zelenski se sentaron frente a frente en un ambiente cordial. Tras la reunión y en pleno vuelo dentro del Air Force One, Trump expresó por primera vez sus dudas sobre las verdaderas intenciones de Putin y la supuesta voluntad del presidente ruso de acabar la guerra.
Luego publicó en su red social Truth: "No hay razón para que Putin esté lanzando misiles contra zonas civiles, ciudades y pueblos, estos últimos días", apuntó. "Me hace pensar que quizá no quiere acabar la guerra y solo me está dando largas. Y hay que tratarlo de otro modo. ¿Mediante sanciones bancarias o secundarias? ¡Demasiada gente está muriendo!", expresó el presidente. Declaraciones bien distintas de las que suele hacer sobre el presidente ruso y la guerra de Ucrania.
Si Trump concluyera este razonamiento tendría que dar varios pasos al frente a favor de Ucrania. Primero, enviar dinero y armas a Zelenski para que éste pueda hacer retroceder a los rusos. Segundo, retomar sus relaciones con la OTAN y meter a Ucrania dentro de esa organización. Tercero, darse un viaje por Oriente y amenazar seriamente a Corea del Norte y a China para que dejen en paz a Europa. Después, que hable con Putin todo lo que quiera.