
En Cataluña, el transporte ferroviario de mercancías se enfrenta a retos críticos que limitan su competitividad y eficacia. Tras décadas de desinversión, ha quedado rezagada respecto a otras zonas europeas dotadas de infraestructuras ferroviarias modernas y eficientes. A diferencia de otros países con redes diferenciadas para pasajeros y mercancías, especialmente las troncales, Cataluña opera con una infraestructura compartida que prioriza el transporte de pasajeros y relega las mercancías a un segundo plano, provocando constantes interrupciones y complicaciones logísticas en un mundo que demanda rapidez y fiabilidad.
El contraste es notable entre Rodalies Cataluña y la red de Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya (FGC). Esta última, gestionada desde la proximidad y dedicada exclusivamente al transporte de personas, demuestra una eficiencia destacable, subrayando cómo la gestión local y la especialización pueden mejorar significativamente los servicios.
El modelo de "justo a tiempo" que domina las cadenas de suministro actuales exige una puntualidad ejemplar, con stocks mínimos y entregas precisas. Sin embargo, los habituales retrasos en la red ferroviaria catalana comprometen la competitividad local, forzando a las empresas a depender exclusivamente del transporte terrestre por carretera.
La red de Rodalies y los graves atascos en la AP7 son consecuencias directas de la falta de planificación y decisión efectiva. Estas infraestructuras saturadas y mal gestionadas retroalimentan un ciclo de ineficiencia que impacta negativamente en la economía de Cataluña. Si el transporte de personas ya se ve severamente afectado en esta red, el transporte de mercancías enfrenta un escenario aún más desalentador, haciendo prácticamente inviable la logística ferroviaria no solo hacia Europa sino también dentro de la península ibérica.
Frente a estos desafíos, se vislumbra una solución potencial: la transferencia de competencias de la red de Rodalies a la Generalitat de Cataluña, prometiendo una gestión más eficaz y cercana. Sin embargo, este proceso enfrenta obstáculos por parte de colectivos minoritarios que ralentizan la implementación de reformas que, a simple vista, parecerían beneficiosas. Es crucial entender que el mero traspaso de competencias no resolverá todos los problemas; es necesario recuperar las inversiones no realizadas en los últimos 20 años para establecer una red dual eficiente tanto para el transporte de personas como de mercancías.
De hecho, ha sido una constante que colectivos minoritarios ralenticen o bloqueen directamente la implementación de infraestructuras clave para el desarrollo del país. Es imperativo avanzar decididamente hacia un país en red donde se pueda desarrollar actividad económica en cualquier parte de este. Mirando hacia modelos como el suizo, donde el transporte de mercancías por ferrocarril representa el 40% del total, en contraste con menos del 5% en Cataluña, adoptar un enfoque similar podría fomentar un desarrollo económico más extenso y sostenible a lo largo del territorio catalán.
Revitalizar la red ferroviaria catalana no solo impulsaría el transporte de mercancías, sino también la economía del país. La nueva etapa de transferencia de competencias puede ser la clave para un futuro más prometedor, siempre que se superen los obstáculos actuales y se adopten modelos de éxito internacional como el suizo.