
El BCE confirmó las expectativas del mercado y bajó los tipos de interés en 25 puntos básicos, hasta el 2,5%, tras su última reunión. Pero que cumpliera con lo esperado en este aspecto no quiere decir que el encuentro fuera uno más. Ello debido a que el eurobanco ha mandado mensajes muy claros, lo que no es demasiado habitual por otro lado, de que los recortes podrían estar llegando a su fin.
Ya en el comunicado oficial, la entidad consideró que la política monetaria está "dejando de ser restrictiva", que era un calificativo que había mantenido desde hace meses. Pero la clave que indica que el BCE está a punto de entrar en una nueva fase está en el cuadro macro y en la rueda de prensa de su presidenta Christine Lagarde.
Así, la entidad recorta el crecimiento para 2025 y 2026 al tiempo que eleva la inflación en este mismo año. En concreto borra dos décimas al PIB de la eurozona, dejándolo en el 0,9% para este ejercicio y el 1,2% para el próximo. Asimismo, suma 2 décimas a la previsión de inflación, que terminará el año en el 2,3%. Un empeoramiento de las previsiones que es consecuencia directa de la incertidumbre comercial y geopolítica generada por Donald Trump. Así lo destacó la propia Lagarde que señaló claramente a los aranceles y al mayor gasto en Defensa de la UE, que es obligado ante el cambio de posición de EEUU en Ucrania, como factores que pueden ejercer una presión al alza en la inflación.
El BCE, por tanto, dibuja para la eurozona un escenario de estanflación, que ya tumba el objetivo de cerrar el ejercicio con los precios situados en el 2%, y que obliga a la entidad a extremar la cautela. Un contexto de incertidumbre que puede llevar al BCE a pausar los recortes de tipos ya en su próximo encuentro de abril.