
Europa está abocada a elevar su gasto en Defensa. Pero no solo porque así lo exija Donald Trump, sino por la amenaza creciente de Rusia, un país que en 2025 invertirá hasta el 9% de su PIB en armamento. Un porcentaje que supera, y por mucho, el 1,9% de la UE. Un porcentaje pírrico habida cuenta de que EEUU amenaza con dejar de proteger a Europa.
Ante este reto, Bruselas estima que es necesario destinar 500.000 millones en Defensa, solo para cumplir con la última exigencia de la OTAN, que pide a los países miembros un impulso del gasto hasta el 3% del PIB. Una inversión estratosférica a la que los líderes europeos parecen estar comprometidos, pero que llega en un momento difícil de asumir para las economías de euro, que muestran débiles crecimientos y altos desequilibrios. De ahí que sea positivo que Bruselas explore una nueva emisión de deuda conjunta y la suspensión de las reglas fiscales.
Todo apunta, por tanto, a que el gasto en Defensa se disparará en breve. Una tendencia que ya beneficia a la industria europea de este sector. No en vano, Rheinmetall, Thales, BAE Systems e Indra cotizan, en máximos históricos y el índice sectorial aeroespacial y de Defensa del Viejo Continente camina hacia su mayor ganancia diaria desde 2020. Este impulso reduce el atractivo de estas firmas por PER (número de vece que el beneficio está contenido en el precio de la acción).
Pero el hecho de estar caras no reduce el hecho de que el actual es un momento ideal para que las firmas de Defensa disparen su negocio. Así lo demuestra también la española SAPA que puja por contratos con el Ejército de EEUU por 30.000 millones, lo que evidencia que existen muchas oportunidades para esta industria más allá de Europa.