
Los directores financieros en España se enfrentan a un panorama ambivalente: una cautela heredada de la crisis sanitaria y las tensiones geopolíticas, pero con una perspectiva algo más optimista que sus homólogos europeos, motivada, especialmente, por el buen desempeño económico de nuestro país en los últimos ejercicios y las perspectivas para los próximos años que apuntan a un crecimiento el PIB del 2,3% para este año y del 1,8% para 2026, según el FMI. No obstante, a pesar de ello, los CFO españoles también se enfrentan a una serie de desafíos como la escasez de talento cualificado o la rentabilidad de sus negocios, que hacen que tengan que apoyarse en otras palancas clave como la transformación digital y las estrategias orientadas a la expansión de los negocios para superar estos obstáculos y generar un crecimiento sólido.
Según los datos de la última Encuesta a la Dirección Financiera elaborada por Deloitte, aunque la confianza de los CFO europeos no ha recuperado por completo la tendencia de la pasada primavera en nuestro país se vislumbra un optimismo moderado: las perspectivas de inversión en bienes de equipo son superiores a la media europea, la previsión de aumento de ingresos se sostiene y los datos de contratación siguen apuntando a una tendencia positiva. Este panorama se ve impulsado por los fondos europeos NextGen destinados a la transformación digital y a la transición energética, que, si se gestionan con agilidad y coordinación público-privada, pueden apuntalar la competitividad de las empresas.
En este contexto, los CFO deben equilibrar la prudencia con la ambición de aprovechar oportunidades. La reducción de costes y la digitalización se revelan como vías de optimización, en la medida en que contribuyen a robustecer las operaciones frente a posibles variaciones del entorno. La competencia por el talento también se ha convertido en uno de los mayores desafíos para los directores financieros, pues impacta en la estructura salarial, la formación interna y las políticas de retención. Aunque España conserva cierta ventaja competitiva en ámbitos como el turismo y la demanda local, su tejido industrial e innovador también depende de la capacidad de atraer y retener perfiles cualificados.
El crecimiento orgánico, la colaboración con otras empresas y la apuesta por proyectos con potencial de escalabilidad surgen como estrategias que refuerzan la resiliencia de las compañías. De manera simultánea, la presión sobre los márgenes obliga a no descuidar la disciplina financiera. En determinadas industrias, la incertidumbre acerca de la demanda global exige reconfigurar cadenas de suministro y diversificar mercados para mitigar riesgos. Mientras tanto, la ligera mejora en las expectativas de inflación y la posibilidad de que los bancos centrales vuelvan a adaptar sus políticas monetarias a esta situación de precios estables, generan un margen de maniobra moderado para quienes sepan reaccionar con rapidez.
En ese sentido, como se ha señalado, España presenta ciertas ventajas. No obstante, el optimismo debe ir acompañado de un análisis pormenorizado de la viabilidad de cada iniciativa, con un escrutinio riguroso de la relación entre el capital invertido y los resultados esperados. Entre las prioridades estratégicas destacadas por los directores financieros se encuentran la adopción de tecnología orientada a la automatización y la analítica de datos, la implementación de modelos energéticos sostenibles y la consolidación de estructuras de costes que posibiliten afrontar eventuales contracciones de la demanda. Con un enfoque bien articulado, los directores financieros pueden traducir la incertidumbre en una oportunidad para innovar y perfilar modelos de negocio más ágiles y eficientes.
En definitiva, España se ubica en un punto singular dentro de un continente donde domina la cautela. Todo ello exige a los CFO que asuman un rol relevante a la hora de impulsar la estrategia corporativa, con capacidad para diseñar planes ajustados a la realidad de cada sector, priorizando la sostenibilidad económica y el desarrollo de capacidades internas. En la medida en que estas inversiones se gestionen con rigor y se integren en un plan financiero coherente, el contexto puede traducirse en un nuevo ciclo de modernización y crecimiento para las empresas españolas. Así, el papel del director financiero se consolida como un elemento clave para avanzar en la consolidación de un tejido empresarial innovador y resiliente, capaz de generar valor de manera sostenida incluso en un entorno global lleno de incógnitas.