
Grifols arrancó 2024 con la obligación de pagar en 2025 unos 2.800 millones de deuda. La venta de Shanghai Rass por 1.600 millones no basta para hacer frente a esta losa, lo que ha obligado a la compañía a acudir al mercado en 3 ocasiones para refinanciar los bonos y aplazar los pagos hasta finales de la década.
Esta patada para adelante al pasivo ha servido a la firma para crecer en bolsa pero tendrá un alto coste. Tanto es así que la refinanción se ha conseguido a costa de un aumento considerable de los intereses a pagar, que pasan del 1,6 y del 3,2% a más del 7%. Un incremento de más del 70% que llevará a la firma a afrontar el pago de algo más de 1.000 millones de euros extraordinarios hasta 2030. Una cifra elevada que pasará factura a las cuentas de Grifols en el futuro.