
Que por las empresas anda el fraude, es una realidad más habitual de lo que deseamos admitir. Todo cabe, desde un pequeño desvío de dinero hasta entramados de corrupción bajo techo empresarial. Su impacto es devastador. Por encima de las pérdidas económicas, habita el devastador daño que hunde a una mercantil como son la reputación, confianza de clientes, empleados y socios. Se preguntarán cuál es la diferencia entre una empresa que prospera y otra que se hunde. Sin ir más lejos, la Asociación de Examinadores de Fraude Certificados, aseguran que las empresas pierden, una media del 5% de sus ingresos anuales debido a este problema. Esas cifras señalan a las empresas que caen por finanzas de manera irreparable
Algunas organizaciones no ven la realidad del fraude, como afecta a negocios de todos los tamaños y sectores. Lo cierto, es que el fraude nace dentro, de manos de alguien en quien se confiaba. Entre tanta grisedumbre, quedémonos con la parte buena, es decir, el 40% de los casos de fraude se detectan gracias a denuncias internas. Esto significa que los empleados, tienen una vía para actuar, erigiéndose como defensores de sus empresas.
Así entra en juego el canal de denuncias. Un mecanismo, que se ha convertido en el samurái de muchas empresas, permitiendo a cualquier empleado o colaborador informar de manera confidencial sobre conductas irregulares. En España, la Ley 2/2023 obliga a las empresas con más de 50 trabajadores a contar con un canal de denuncias. Mas allá de cumplir con la normativa, este canal es un recurso estratégico que puede proteger la integridad y el futuro de una organización.
Para que un canal de denuncias funcione con eficacia, necesita cumplir tres requisitos fundamentales: debe ser accesible, garantizar la confidencialidad y gestionarse de forma profesional. La accesibilidad es clave. No puede ser algo complicado o exclusivo para ciertos empleados; todos deben tener la posibilidad de usarlo, ya sea a través de una plataforma digital, una línea telefónica o incluso un formulario físico. Además, es esencial que el denunciante sienta la tranquilidad de que su identidad será protegida. Muchas veces, el miedo a represalias frena a quienes podrían dar información crucial. Por último, las denuncias deben ser gestionadas de manera seria y profesional. No basta con recibirlas; hay que investigarlas y tomar medidas rápidas y justas.
Implementar un canal de denuncias no es solo una cuestión de instalar un sistema. Requiere un enfoque estratégico y un cambio cultural dentro de la empresa. Los empleados necesitan entender para qué sirve, cómo usarlo y, sobre todo, confiar en que sus reportes serán tomados en serio. Aquí es donde la formación y la comunicación son fundamentales. Hablar abiertamente sobre ética empresarial, hacer campañas internas y demostrar con hechos que las denuncias son gestionadas de manera imparcial son acciones que construyen esa confianza y aumentan las finanzas.
Cuando un empleado se atreve a denunciar algo, es crucial que la empresa actúe. Investigar a fondo, resolver el problema y tomar medidas preventivas, son pasos esenciales. Además, comunicar a los empleados que las irregularidades están siendo abordadas refuerza la credibilidad del sistema y fomenta una cultura de responsabilidad.
Un canal de denuncias no solo sirve para detectar fraudes, fortalece la unidad corporativa, vela por la ética y la transparencia. El mayor de los beneficios son los clientes, socios e inversores, quienes valoran las empresas responsables y éticas. En un mercado saturado de competitividad, la reputación puede y es el valor más preciado.
Además, este mecanismo protege el bienestar de los empleados y mejora el ambiente laboral al ser capaz de detectar otros problemas internos, como por ejemplo, acoso o discriminación. Resolverlos a tiempo no solo evita sanciones legales y pérdidas económicas, sino que también protege el bienestar de los empleados y mejora las relaciones.
En la actualidad, contar con un canal de denuncias no es un lujo ni un trámite más. Es imprescindible para proteger la empresa y asegurar su sostenibilidad a largo plazo. Las posiciona como líderes en ética y responsabilidad. Es una decisión estratégica que puede marcar la diferencia y mejorar sus funciones, y un aumento en las fianzas, cuando las empresas externalizar el canal de denuncias con profesionales cualificados, evitando sorpresas de responsabilidad.