
Mes tras mes el Gobierno saca pecho con los datos de empleo, debido a la positiva evolución que muestra la afiliación y la progresiva reducción de la tasa de paro. Pese a ello, existen aspectos que deberían llevar al Ejecutivo a evitar cualquier tipo de triunfalismo.
Uno de los aspectos más preocupantes de nuestro mercado laboral es que cerca de la mitad de los desempleados tiene más de 50 años y que casi el 60% de los mismos lleva más un año en el paro.
Por si fuera poco, el 39,1% de las personas que cobraron algún tipo de prestación por desempleo tiene 55 o más años. Suman en total 687.929 personas, un 2,4% más que hace un año y el máximo de la serie histórica (que arranca en 2009), para un décimo mes del año si se descuenta la pandemia. Un dato sorprendente ante la mejoría del empleo y que lo es aún más cuando el propio Sepe afirma que la gran mayoría de estos perceptores percibirán el subsidio hasta la edad de jubilación. Es decir, el propio organismo reconoce que los llamados desempleados senior que abandonan el mercado laboral renuncian a buscar trabajo y se limitan a cobrar una prestación hasta que puedan acceder a la jubilación propiamente dicha.
Pero detrás de este desánimo no se encuentran ya las antiguas prejubilaciones con condiciones ventajosas que las empresas ofrecían a los sueldos altos, ya que es una práctica cada vez más penalizada. Muy al contrario, el alto volumen de seniors que malviven con una prestación de 480 euros hasta poder acceder a una pensión responde a la imposibilidad que tienen de encontrar un trabajo. Una situación que, desde luego. no se resolverá con la última reforma del subsidio del desempleo, sino con políticas activas de empleo que permitan el retorno de los trabajadores con más experiencia al mercado laboral.