
Sin proyecto, sin programa, sin autocrítica y sin alternativa. Sólo culto al líder, populismo, frentismo, bunkerización, autocomplacencia y exaltación de delincuentes como los condenados por los EREs de Andalucía. Sólo eso dio de sí el Congreso a la coreana del PSánchez. "Eso y el brindis al sol de la creación de una empresa pública de la vivienda, de muy difícil realización porque choca con las competencias que están transferidas a las comunidades autónomas y que, en esencia, no es sino la resurrección del Instituto Nacional de la Vivienda de Franco, el dictador al que tanto nombran y tanto imitan en el fondo y en las formas.
Una medida intervencionista, propuesta por un Pedro Sánchez que en seis años de gobierno no ha construido ni uno solo de los 186.000 pisos prometidos y que recuerda también a la fracasada Sociedad Pública del Alquiler de Zapatero que dejó un agujero de 52 millones de euros al Estado.
Si Pedro Sánchez tuviera presente las más elementales nociones de esa Economía en la que le doctoraron debería saber que para dinamizar y abaratar el mercado de vivienda, tanto en compra como en alquiler, lo que realmente funciona es estimular la oferta. Liberar suelo y en el caso del alquiler eliminar la indefensión legal y formal del propietario ante impagos, ocupaciones y destrozos, además de eliminar o agilizar una burocracia que necesita hasta 10 años para modificar un plan de ordenación urbana.
"El cinismo hecho imagen" como acertadamente definió Gabriel Rufián a este congreso en el que también se intentó la cuadratura del círculo de la mentira con un compromiso de pacto multilateral y en el seno del Consejo de Política Fiscal y Financiera sobre la financiación territorial que permita la independencia fiscal de Cataluña, cuando este acuerdo nace de una cesión vergonzosa de Sánchez ante Esquerra Republicana de Cataluña para conseguir la investidura de Salvador Illa al frente de la Generalitat, vendiendo la igualdad y la solidaridad entre los españoles a los independentistas.
Un congreso en el que tampoco se produjeron los cambios esperados en una Ejecutiva rodeada por el fango y salpicada de barones preimputados y de señalados por Aldama en casos de presunta corrupción que, en los discursos del César y de sus teloneros no ahorraron frases como "acabar con la derecha" o ataques a los jueces y a los medios de comunicación a los que se calificaba de "oposición corrosiva" y de difundir "falsedades y mentiras". Frases que en la intención de sus autores entonaban un réquiem por la democracia y el Estado de Derecho y el final del PSOE democrático, institucional y dialogante de Felipe González, Alfonso Guerra y de la Transición, mientras el rebaño reeditaba el ¡vivan las cadenas! con que el populacho recibió a Fernando VII.
Claro que pasada la euforia de del prietas las filas, del manual de resistencia y de la beatificación de Sánchez al más puro estilo de los regímenes bolivarianos vuelve la realidad del día después y las nuevas revelaciones sobre Aldama, Ábalos, Koldo, Begoña, el hermanísimo y demás estrechos colaboradores del sanchismo. Porque como hemos dicho en reiteradas ocasiones y desde estas mismas líneas, el final de esta historia lo van a escribir los jueces y la UCO. En sus manos está el futuro de España y el futuro de la democracia, del Estado de Derecho y de las libertades.