Opinión

Streaming y derechos de autor: cómo las plataformas digitales están cambiando las reglas del juego

Varias personas con dispositivos electrónicos. | iStock

Hace ya alguna década, el streaming como servicio de transmisión en línea se abrió camino para implementarse como medio para acceder a los contenidos audiovisuales y musicales que ofrecen las plataformas digitales, abandonando definitivamente la técnica del download. Esto ha significado un cambio drástico en el consumo de música y vídeo, al igual que los iniciales modelos de negocio que habían adoptado, plataformas como Itunes o Spotify, las cuales obtenían sus ingresos, no de la venta de música, sino de la publicidad.

La evolución de este mercado ha sido sustancial, ya que ahora, la accesibilidad e inmediatez permite a millones de usuarios acceder a enormes macrobases de datos de música, películas y series gracias a la técnica del streaming, lo que supone para estas plataformas que los costes en los que incurren son relativamente bajos.

Sin embargo, esta revolución digital también ha planteado serios desafíos en torno a los derechos de autor. Es necesario proteger la creatividad y el trabajo de los creadores, remunerando a estos de una forma justa. Y es precisamente esta forma de remunerar a los artistas, lo que ha generado un creciente descontento en la industria, llevando a muchos artistas a renegociar sus royalties, ya que la compensación era mínima. Muchos artistas han estado sujetos, y algunos aún mantienen vigentes, contratos que han quedado obsoletos y que en muchos casos, ni siquiera recogían cláusulas que ampararan el hecho de que las compañías discográficas pudieran llevar a cabo la puesta a disposición del público, o en otros términos "la distribución digital" de las obras, a través de medios digitales, por no hablar de plataformas como YouTube o Instagram en donde los contenidos se publican sin licencias previas, siendo el riesgo de infracción todavía mayor."

La realidad es que los creadores de contenido, desde músicos hasta cineastas, enfrentan un panorama complicado. Los ingresos generados a través de las plataformas de streaming suelen ser significativamente menores en comparación con las ventas físicas o las transmisiones tradicionales. Según un estudio de la organización de derechos de autor ASCAP, sólo un pequeño porcentaje de las canciones en streaming generan ingresos sustanciales para sus autores e intérpretes. A ello se debe añadir la falta de transparencia en la distribución de royalties ya que muchos artistas desconocen cómo se calculan los pagos y qué porcentaje de los ingresos de las plataformas se destina a ellos.

Sin embargo, la era del streaming también ofrece oportunidades para reinventar constantemente el modelo de derechos de autor, buscando que la distribución de los ingresos se haga de forma justa y equitativa. En esta era digital, no sólo las plataformas de servicios de transmisión en línea, sino también las redes sociales y otros sitios de contenido generado por los propios creadores, han revolucionado el acceso y la distribución de información.

Las plataformas digitales permiten a los creadores llegar a audiencias globales y explorar nuevas formas de monetización, como el crowdfunding y las suscripciones directas. Además, el análisis de datos permite a los artistas comprender mejor sus audiencias y adaptar su contenido a sus preferencias.

Por ello, para entender este contexto debemos saber que la propiedad intelectual, es un conjunto de derechos de carácter personal y patrimonial que atribuyen a un creador y artista, la plena disposición y el derecho exclusivo a la explotación de la obra, otorgándoles el control sobre la misma (música, libros, películas, software, fotografías…). Los derechos de autor protegen la propiedad intelectual y debe ser protegida, de tal modo que se fomente la creación de contenido. Sin embargo, la velocidad y escala de difusión en los medios digitales han dificultado el control de esos derechos, en un entorno global en el que el acceso a los contenidos a través de la técnica del streaming permite un acceso instantáneo a cualquier material.

La protección de los derechos de autor es un reto constante ante los desafíos de la evolución tecnológica y se complica ante la globalización de contenidos y ante las diferentes legislaciones aplicables de los diferentes ámbitos territoriales. Esta situación genera cierta incertidumbre, un terreno inestable para los creadores que buscan proteger su trabajo y recibir una compensación adecuada.

A medida que las plataformas digitales continúan evolucionando, es crucial que se establezcan marcos legales que protejan a los creadores y fomenten la creatividad. Los gobiernos, las plataformas y los artistas deben trabajar juntos para encontrar soluciones que equilibren la accesibilidad del contenido y la compensación justa para los creadores. La clave estará en la adaptación y la innovación, asegurando que el futuro del entretenimiento digital sea sostenible y justo para todos los involucrados.

En este sentido los gobiernos de diferentes países han comenzado a adaptar sus legislaciones para abordar los problemas planteados por los Derechos de Autor en la era digital. Así un ejemplo de ello es la Directiva (UE) 2019/790 del Parlamento Europeo y del Consejo de 17 de Abril de 2019, sobre los derechos de autor y derechos afines en el mercado único digital, que obliga a las plataformas a implementar medidas para garantizar que los derechos de autor sean respetados, debiendo las mismas, asumir cualquier tipo responsabilidad ante contenidos subidos a las mismas sin autorización, igualmente busca garantizar una compensación justa para los creadores en el entorno digital. La implementación de esta Directiva ha sido desigual en los distintos países miembros.

La aplicación de medidas que impidan estos actos infractores resulta difícil de aplicar y supone costes muy elevados. Y quizás, la solución venga determinada por el papel que juegue la Inteligencia Artificial (IA), tanto en la creación de contenido, como en la distribución del mismo, permitiendo analizar los ingentes volúmenes contenidos detectando prácticas infractoras de manera automatizada. En igual sentido existen tecnologías emergentes como el blockchain actualmente utilizado en el mundo de las criptomonedas, que podrían con seguridad, ofrecer soluciones más transparentes y eficientes para la gestión de los derechos de todos aquellos agentes involucrados en la cadena de creación, desde los autores a los artistas pasando por los editores y productores.

Con el avance de la IA y el surgimiento de nuevas tecnologías, el marco legislativo para la protección de los derechos de autor deberá continuar adaptándose, buscando un equilibrio entre la innovación, el respeto y el fomento de la creación intelectual.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky