Opinión

¿Cómo conjugar la cohesión familiar y el crecimiento de la empresa?

  • Iratxe Las Hayas, Managing partner en Smart Jidoka.
Iratxe Las Hayas, Managing partner en Smart Jidoka. Autora de ‘Alto impacto. Consejos de Administración que transforman con éxito la empresa’.

La empresa familiar es el pilar económico de muchos países, y tanto España como Euskadi no son la excepción. Con un 89% del tejido empresarial compuesto por empresas familiares, estas no solo representan una parte significativa del PIB (60%), sino que crean un 70% del empleo privado y, con ello, riqueza en el entorno.

Sin embargo, la empresa familiar enfrenta desafíos que van más allá de la evolución del mercado o la competencia, ya que debe encontrar el equilibrio entre dos realidades: la empresa y la familia. Así, su éxito no se mide solo por el crecimiento económico, sino también por su capacidad para preservar la cohesión familiar, gestionar el negocio de forma profesional y planificar para las futuras generaciones.

Su gran fortaleza radica en su visión a largo plazo y en el deseo de dejar un legado. Sin embargo, esta ventaja se ve comprometida cuando los desacuerdos familiares o la atención a problemas inmediatos desvían la atención del rumbo estratégico de la compañía.

¿Vendo la empresa o podrán continuar mis hijos, que no están aún suficientemente preparados? ¿Cómo le digo a mi hermana que su hijo no está capacitado para participar en los órganos de decisión de la empresa? Sin llegar a la crudeza de Succession, el drama televisivo de Jesse Armstrong para HBO, las discrepancias, las dudas y la falta de claridad en torno a la sucesión, la participación de los miembros en la empresa o las expectativas económicas que los distintos integrantes tienen del negocio generan conflictos y debates que consumen el tiempo y la energía de muchos empresarios en nuestro entorno.

Las empresas familiares exitosas comprenden que no basta con gestionar el negocio, es necesario gestionar la familia dentro del contexto de la empresa. No se trata solo de hacer crecer la empresa, sino de garantizar que la familia propietaria esté alineada en torno a una visión y valores comunes que impulsen esa expansión. Es aquí donde la planificación estratégica paralela cobra relevancia. Este concepto implica desarrollar, de forma simultánea, una estrategia para la empresa y otra para la familia.

Por un lado, la planificación estratégica familiar debe abordar cuestiones como la sucesión, la gestión del patrimonio, los roles dentro del negocio y, sobre todo, la visión compartida empresa-familia. Por otro lado, la estrategia empresarial tiene que centrarse en cómo crear un concepto de negocio exitoso y mantenerlo relevante en un mercado cada vez más dinámico, sin perder de vista los valores y principios que la familia ha establecido.

Tal y como indicaba anteriormente, uno de los aspectos más sensibles en la empresa familiar es la sucesión. Otro, la decisión sobre quiénes pueden acceder a posiciones dentro de la empresa y bajo qué condiciones. La falta de una planificación estratégica clara y la tendencia a evitar hablar abiertamente de los intereses sobre este tema, suelen generar incertidumbre y conflictos que ponen en peligro la continuidad del negocio.

La transición debe ser transparente y contar con un plan bien estructurado que asegure que la persona que asuma la sucesión no solo tenga la capacidad técnica y de liderazgo, sino también el respaldo de la familia y del equipo directivo. En este sentido, las empresas familiares que profesionalizan su gobernanza y establecen mecanismos de sucesión claros y consensuados suelen tener más éxito en la transición generacional.

Pero el gobierno en una empresa familiar es otra piedra angular. Nos encontramos a menudo conflictos, ya sea por la falta de reglas claras desde el inicio o por haber alcanzado falsos acuerdos. La falta de profesionalización en órganos de gobierno como el consejo de administración o el consejo familiar es común, y esto puede conducir a decisiones poco reflexionadas, dominadas por emociones o intereses personales, que dejan de lado los intereses estratégicos de la empresa y la familia.

En definitiva, si la familia tiene una visión, la empresa tiene una visión. Y esta visión debe responder a una pregunta: ¿Qué queremos que sea nuestra empresa familiar en el futuro y cómo debe contribuir a ello la familia? Es así como empresa y familia forjarán juntas un legado para la compañía y para las sucesivas generaciones venideras.

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