Opinión

Invertir en el futuro: la deuda de energías renovables, protagonista en los mercados privados

Hasta hace tres años, los inversores se enfrentaban a tipos de interés históricamente bajos, provocando una presión considerable para encontrar rendimientos con un riesgo crediticio alto, ya que los rendimientos tradicionales eran insuficientes. Sin embargo, las subidas de tipos de interés, a partir de julio de 2022, e impulsadas por políticas monetarias destinadas a combatir la inflación y estabilizar la economía global, ofrecen a los inversores una oportunidad valiosa para reevaluar sus estrategias de inversión. Esto les permite explorar nuevas oportunidades, como la de contribuir a los objetivos de desarrollo sostenible a través de su inversión.

Una opción particularmente atractiva en este nuevo panorama y que cumple con los principios de sostenibilidad es la deuda de energías renovables. Esta ofrece a los inversores exposición de deuda a rentabilidades que se consiguen directamente a través de la financiación de la construcción de proyectos de energías renovables. En especial, la financiación a corto plazo de la construcción de proyectos de energías renovables ofrece un generoso perfil de riesgo-rentabilidad, ya que los riesgos de construcción en este tipo de proyectos se conocen bien y se mitigan, mientras que el valor añadido de un proyecto que va desde el final de la planificación hasta la fase operativa permite obtener rendimientos superiores a la media.

Varias son las ventajas derivadas de la inversión en este tipo de activos. En primer lugar, como activo del mercado privado, la deuda para la construcción de energías renovables ofrece el valor adicional de tener una baja exposición a la volatilidad del mercado público, posibilitando a los inversores beneficiarse aún más al diversificar su riesgo y proteger así su cartera contra los movimientos impredecibles del mercado. Además, este tipo de deuda suele estar garantizada por la infraestructura que financia, lo que contribuye a reducir aún más los riesgos crediticios. Asimismo, suele tener un horizonte a corto plazo, lo que permite refinanciar frecuentemente, añadiendo un potencial de ingresos adicionales a través de las comisiones iniciales. Es importante señalar también, la variedad de oportunidades de inversión que existen en el sector de las energías renovables: proyectos eólicos, solares fotovoltaicos, de almacenamiento energético o hidráulicos. Por último, este tipo de deuda es una herramienta eficaz para promover los objetivos ambientales, sociales y de gobernanza (ESG). Al financiar proyectos de energías renovables, los inversores no solo están generando rendimientos financieros, sino que también están contribuyendo a la transición energética y lucha contra el cambio climático.

El riguroso proceso de estructuración que precede a la inversión en deuda privada de energías renovables permite a los inversores comprender a fondo los riesgos y beneficios del proyecto subyacente, lo que puede ayudar a tomar decisiones de inversión más informadas. Además, la diversificación geográfica y tecnológica también puede ayudar a reducir la exposición al riesgo y mejorar la estabilidad de la cartera.

¿Por qué ahora? El momento actual es especialmente favorable para el mercado de deuda en el sector de energías renovables. La financiación de la infraestructura de energía renovable es una tendencia sólida, estable, confiable y en crecimiento constante.

A medida que el mundo avanza hacia una economía con bajas emisiones de carbono, se espera que la demanda de activos de energías renovables y, con ella, la calidad de esta deuda, mejore con el tiempo, acompañada de unos niveles adecuados de liquidez. Otra razón que subraya que estamos ante un momento clave es el significativo apoyo institucional dirigido a los inversores en energías renovables, lo que facilita la viabilidad y rentabilidad de los proyectos en este sector, al mismo tiempo que proporciona una mayor estabilidad y previsibilidad. Programas como el "Green Deal" de la Unión Europea, que ha establecido el ambicioso objetivo de neutralidad climática para 2050, son un claro ejemplo de este respaldo. Igualmente, instituciones financieras globales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional están facilitando el acceso a capital mediante préstamos con condiciones favorables y garantías financieras. Gracias a este sólido apoyo, se estima que la inversión en infraestructuras de energías renovables alcanzará los 17 billones de dólares para finales de 2023.

En resumen, nos encontramos en un momento ideal para las inversiones en energías renovables, un sector que ofrece oportunidades únicas y atractivas en el entorno económico actual. Construir una cartera de deuda de energías renovables requiere experiencia, una investigación exhaustiva previa y una mentalidad centrada en la gestión del riesgo, y el escenario actual representa una oportunidad única para los inversores que buscan rendimientos sólidos y sostenibles en un entorno de inversión cambiante. Con su combinación de seguridad, rendimiento potencial y contribución a los objetivos ESG, la deuda de energía renovable se perfila como un componente crucial de las carteras de inversión con una visión enfocada en el futuro.

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