El último informe de la UCO sitúa al empresario Víctor Aldama como cerebro de una trama que no se limitó a sacar partido a la venta de mascarillas en lo más duro de la pandemia. Los investigadores destacan que el exasesor de José Luis Ábalos, Koldo García, y el propio exministro de Transportes le abrieron las puertas para influir en decisiones del Gobierno de las que se benefició económicamente.
Aldama se sirvió de su buena relación con ambos para multiplicar por veinte el negocio de su red de hidrocarburos, hasta 816 millones, y además eludir el pago del IVA, delito por el que ahora está en prisión. Pero las ramificaciones de esta trama van más allá. Aldama también utilizó al exministro para influir en la decisión de rescatar a Air Europa.
Asimismo, la UCO estima que el propio Ábalos presuntamente se benefició de esta red corrupta. Y por si fuera poco, el informe desmiente a la presidenta del Congreso, Francina Armengol, y al ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres, al asegurar que tuvieron contacto con Koldo García y que fueron receptivos a los intereses de la trama. Queda patente así que la corrupción ya salpica a miembros actuales del Gobierno.
En el pasado, Pedro Sánchez fue implacable con Mariano Rajoy exigiendo su dimisión por la corrupción del PP. Ahora debería ser coherente con sus palabras y depurar las responsabilidades en el interior de su Gobierno, "caiga quien caiga", como señalan sus ministros. Lo democrático sería disolver las Cámaras y someterse al escrutinio de los ciudadanos en las urnas.
