
Después de una larga temporada sin grandes ofertas públicas de venta (OPV) por la pandemia (un contratiempo endémico en toda Europa), el debut de Puig en el parqué el pasado mes de mayo parecía dar inicio a una temporada más normalizada de salidas a bolsa.
No en vano, firma como Cox, Cirsa, Tendam e Inmocement se preparan para acudir al mercado para obtener capital. Asimismo, otras compañías, como MásOrange o Cepsa también suenan para dar el salto a medio plazo. En este contexto de renovado optimismo al respecto de la ansiada normalización del mercado ha llegado el mazazo de Europastry.
Por segunda vez este año, el fabricante de masas congeladas ha frenado su intento de debutar en bolsa, ya que la oferta no ha recibido la suficiente demanda para concretarse. Ello pese a que en un último intento por salvar la operación Europastry decidió reducir su tamaño, pero tampoco logró así a traer a suficientes inversores. Las consecuencias de este segundo fracaso de Europastry tienen consecuencias más allá de la propia compañía.
De hecho, llena de dudas los procesos de salidas a bolsa para los próximos meses, abocando al mercado español a conformarse con el solo debut de Puig en 2024. El motivo de ello es que el caso de Europastry ha demostrado que el periodo de salidas a bolsa a terminado. Así lo indica un mercado que está tocando techo y que debe enfrentar importantes incertidumbres como la extensión del conflicto en Oriente Próximo y las elecciones de EEUU en noviembre. En este contexto, las posibilidades de debut exitosos se difuminan, por lo que las empresas candidatas deberán esperar a que las condiciones del mercado abran una nueva venta de oportunidad.