
Atónitos, cuentan, se quedaron mucho barones y los miembros del Grupo Parlamentario Popular al conocer la propuesta de semana laboral de cuatro días anunciada por la dirección del partido y sobre la que no habían sido consultados e informados. Propuesta que, una vez analizada, parece más próxima al aventurerismo político propio de los populistas, que al compromiso cívico que se supone a un partido nacional, reformista, con vocación de gobierno e ideológicamente independiente.
Una propuesta que parece más el fruto de una improvisación y a remolque de la reducción de la jornada a 35 horas semanales del gobierno de coalición socialcomunista y que dista mucho de responder a las necesidades del precario mercado laboral de este país y cuando el principal problema de la economía española es su baja productividad.
Los datos de los servicios de estudios privados y de la Unión Europea muestran como el déficit de la productividad laboral entre España con el resto de países del entorno se ha ampliado en la última década, hasta situarse en un diferencial del 19,4%. Deficiencia que no sólo está deteriorando la competitividad de nuestra economía sino que puede poner en grave riesgo la sostenibilidad de nuestro Estado del bienestar.
Cierto que el Partido Popular necesita mejorar su imagen en el área social y que hasta ahora se había olvidado de las cosas de comer. O como rezaba la frase emblemática de la campaña de Bill Clinton en 1992, "¡es la economía estúpido!
España es el quinto país de la UE en pobreza severa de la OCDE sólo por encima de Bulgaria, Rumanía, Hungría y Grecia. Somos también los terceros en riesgo de exclusión social que afecta ya al 26% de nuestra población. España es también el país en que más ha caído la renta per cápita en paridad de poder adquisitivo, la renta per cápita es un 14% inferior a la media europea y la inversión, tanto nacional como extranjera, está en caída libre por la inestabilidad política y la inseguridad jurídica. Lideramos, además, el desempleo de la UE y de la OCDE con 3,1 millones de parados reales, medio millón más de los que contabiliza el ministerio de Trabajo, al tiempo que se está generando la figura del trabajador en situación o en riesgo de pobreza teniendo una contrato indefinido. Estas, además del caos ferroviario, los atascos en correos, las listas de espera sanitarias y en los interminables trámites burocráticos, son las urgencias de este país y de sus ciudadanos.
Pero, añadido esto, los supuestos estrategas del PP deberían conocer que prácticamente el 99% del tejido empresarial de este país son pymes y de ellas casi tres de cada cuatro son autónomos y micropymes asfixiadas por los impuestos abusivos, la subida de las cotizaciones sociales y el aumento de los costes energéticos y de producción. Pymes para que la reducción de jornada implica mas contrataciones que no pueden o reducir el servicio que es el paso previo para el cierre.
El silencio respetuoso de la CEOE, que ni entiende ni comparte la propuesta popular, y los elogios recibidos de Yolanda Díaz y Sumar, son la mejor evidencia de que podemos estar ante un error estratégico más del equipo que rodea a Núñez Feijóo, confundiendo soluciones sociales con populismo social, mientras sigue careciendo de relato, de iniciativa política y parlamentaria, de ausencia de propuestas económicas y de creación de empleo, y de una política seria y eficaz de comunicación.
Un error similar al de su negativa a aceptar la oferta de José Luis Escrivá para nombrar una subgobernadora del Banco de España. Oferta, me dicen, que el gobernador realizó a Cuca Gamarra y sin condiciones, salvo que el elegido fuera una mujer. Nombramiento que les hubiera permitido controlar la institución, los informes y estar informados de primera mano sobre las deliberaciones y decisiones internas y del BCE.
A lo mejor alguien debería decir a esos supuestos estrategas que está bien intentar captar votos descontentos del PSOE, pero la tarea primordial es conseguir la unidad del voto del centroderecha. Eso es lo que le dio la mayoría absoluta a Rajoy en 2011 y eso es lo que les permitirá algún día echar de La Moncloa a Sánchez y a los Frankestein.
Y mientras, Vox en su línea de tonto útil del sanchismo.