
El Objetivo 13 de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, -frenar el calentamiento global del planeta-, implica "la necesidad de transformar los sistemas energéticos, industriales, de transporte, alimentarios, agrícolas y forestales". Los países deben reducir sus emisiones de CO2 y llevar a cabo la transición hacia energías limpias. La cuestión, hoy, es cómo financiar mejor esa transición, sobre todo en las economías emergentes. Visite el portal especializado elEconomista ESG.
Este mensaje ha calado en el mundo empresarial que, no solo asume su especial responsabilidad en esta tarea -impulsado por la regulación y el clamor de la sociedad-, sino que ha visto la enorme oportunidad económica y de negocio que de esta transformación energética se puede derivar [1].
La Sostenibilidad medioambiental se ha convertido en una importante prioridad estratégica y son ya más de 4.000 empresas e instituciones financieras las que se han comprometido y están trabajando con la iniciativa Science-Based Targets para reducir sus emisiones. Pero las cifras de inversión necesarias para afrontar esta gran transformación económica son enormes. Se calcula que a nivel global será necesario canalizar anualmente una inversión de 4,1 trillones de dólares en tecnologías de transición e infraestructura energética hasta 2050 [2].
No es de extrañar por lo tanto que, en este contexto, la Financiación se haya convertido en piedra angular y palanca clave del movimiento transformador. Aquellas empresas comprometidas seriamente con una estrategia de transformación de su modelo de negocio ya no hablan solo de ESG (Environment, Social & Governance) sino de ESG+F siendo F la variable financiera que confiere fortaleza y soporte a la estrategia global de la compañía.
La Financiación sostenible intenta ser parte de la solución, con instrumentos que facilitan a una organización el captar recursos financieros para sus actividades, tomando en consideración no solo los criterios financieros tradicionales (riesgo-rendimiento), sino asimismo factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo.
El COVID, como en muchas otras cuestiones, generó un antes y un después en la trayectoria de la financiación sostenible. En nuestro país, ésta creció en 2020 un 45% respecto a 2019 hasta alcanzar los 33.026 millones de euros y continuó esa tendencia en 2021 hasta situarse en 54.951 millones de euros. En los dos últimos años, aunque sigue aumentando el volumen total (60.134 millones en 2022 y 60.788 millones en 2023), los crecimientos han resultado más moderados (un 9% en 2022 y un escaso 1% en 2023)[3]. Como aspectos positivos cabe resaltar la entrada de nuevos participantes y la aparición de nuevas fórmulas e instrumentos de financiación.
La obtención de este tipo de financiación obliga al cumplimiento de unos estándares de sostenibilidad por lo que solo pueden tener como destinatarios empresas e instituciones que demuestren una gobernanza adecuada y un desempeño sólido en materia ambiental y social. Las empresas que reciben este tipo de financiación obtienen condiciones favorables, pero se comprometen a realizar una "transición sostenible" y a hacer transparente a la sociedad este compromiso y ejecución.
De las dos vías existentes para demostrar esta alineación de los fondos obtenidos con el objetivo "sostenibilidad", la denominada "Use of Proceeds" es la que presenta un mayor desarrollo y la más utilizada, sobre todo por aquellas corporaciones que, por su actividad y compromiso con una estrategia medioambiental, cuentan con activos verdes en sus carteras a los que asignar de forma inequívoca el destino de los fondos captados
La segunda vía se trata de los Sustainability link (SL) bonos o préstamos. En este caso, las condiciones financieras del instrumento quedan ligadas al cumplimiento de unos KPI de sostenibilidad que la organización se compromete a lograr, siendo ésta penalizada si no fuera capaz de alcanzarlos.
Ya sea una u otra la vía de obtención de esta financiación sostenible, el principal reto está en asegurar el cumplimiento del fin para el que fue obtenida: su impacto en la sostenibilidad. La regulación sigue avanzando de forma significativa, buscando aportar claridad al mercado y dar confort a los inversores.
Un hito relevante en este camino ha sido la aprobación del standard europeo de bono verde basado en las actividades elegibles recogidas en la Taxonomía europea, y que entrará en vigor a finales de este año. De carácter voluntario, esta nueva normativa establece una serie de requisitos encaminados a aumentar la confianza de los inversores y disminuir el "greenwashing". Mayor camino le queda por recorrer, sin embargo, a la SL. Se necesita reforzar la regulación en un mercado todavía menos desarrollado, garantizando la relevancia y ambición de los indicadores elegidos por prestamistas y emisores, para minimizar así el riesgo de "greenwashing"
En todo caso, en ambos, la Transparencia y la información es lo que genera Confianza, y la confianza es condición sine qua non para lograr el Compromiso de los inversores y financiadores.
[1] Según el informe de Deloitte de 2022, Global Turning Point Report, , la economía mundial podría generar 43 billones de dólares en las próximas cinco décadas acelerando la transición energética a través de una mayor inversión en sistemas de energías limpias y realizando una labor regulatoria coordinada a nivel global.
[2] Energy Resources Transition Acceleration Report de EY.
[3] Informes anuales OFISO correspondientes a los años 2021,2022 y 2023.