
El reciente giro estratégico del PP hacia las políticas sociales le lleva a formular propuestas que no son bien recibidas por los economistas y las empresas. Eso es precisamente lo que ha ocurrido con la iniciativa de los populares de implantar la jornada laboral de cuatro días semanales.
Vaya por delante que esto no implicaría una reducción de las horas trabajadas sino su concentración siempre que sea posible. Además, la formación consideran que debe de ser flexible, no impuesta por el Gobierno, y negociada con la patronal y los sindicatos.
Pese a estas salvaguardas, los expertos consultados por elEconomista.es son unánimes en su rechazo. Una posición comprensible habida cuenta de que tal medida choca con buena parte de los convenios vigentes, lo que complica su implantación. Además, en sectores como la industria sería prácticamente inviable debido a la fórmula de trabajo dividida en turnos.
Con todo, el argumento principal que destacan los expertos para ser contrarios a la jornada de cuatro días es el golpe que supondría en la productividad. Y es que está más que demostrado que una jornada de 9 o 10 horas de duración de lunes a jueves merma el rendimiento de los trabajadores. La productividad, por tanto, se vería comprometida con esta medida que algunos consideran "desnortada", ya que dañaría uno de los talones de Aquiles de nuestra economía.
No en vano, España está casi siete puntos por debajo en productividad laboral por persona y hora trabajada con la eurozona. Una brecha que ha crecido en los últimos años con las medidas del propio Ejecutivo que elevan los costes laborales para las empresas. Por tanto, ahondar en esa pérdida de eficiencia puede dar votos a los populares pero, desde luego, no es el tipo de medidas que necesita la economía.